
Que luego se pasa el tiempo y se nos acabará olvidando. Apenas hace diez minutos que el avión vuela. Se me hace inevitable mirar atrás, aunque tambien lo hago hacia delante. Tres meses quedan. Y qué difícil encontrar malos momentos. Seguro que los hubo, pero los buenos lo nublan todo. No tengo muy claro hacia donde me llevan estas líneas, porque estaba sereno cuando escribía el título de esta entrada. Ahora ya no. No estoy acostumbrado a esto.
Asiento 33F. Esta será mi casa al menos por unas horas. En esta fila hay nueve sitios, y tres de ellos van ocupados por mamis con sus respectivos bebés. Vaya viajecito nos espera. Ahora están haciendo un coro los tres tenores. Recordadme que me eche novia y tenga hijos pronto. Que siempre se me pasa.
De Japón he recibido mucho más de lo que yo le haya dado. Me dejo una de las mejores experiencias de mi vida. Un proyecto interesante a nivel laboral. Una nueva manera de entender la ciencia y las relaciones en el trabajo. Un país con muchos sitios increíbles que visitar. Una cultura que aprendí a entender, respetar y valorar. Descubrir aspectos de mi mismo que no conocía.
Y un montón de buena gente, pero sobre todo algunos amigos que lo serán para siempre.
He aprendido un poco de todo y he pasado por situaciones curiosas o, simplemente, que conseguían sorprenderme o llamar mi atención.
-Por primera vez he vivido solo. Había compartido piso, pero eso es otro cantar. Y soy más apañao de lo que pensaba. Mi madre aún va a sacar provecho de mí y todo.
-Ví un espectáculo de la Compañia Nacional de Danza Española.
-Plancho casi decentemente. Y tenía mi casa limpia como la patena. Aunque cocino mejor que plancho. Hice hasta unos gazpachos manchegos. Y unas paellas espectaculares.
-He perdido un calcetín en cada lavadora que he puesto. No lo entiendo, por mucha atención que pusiera ese agujero negro se comía uno cada vez.
-Aprendí cuatro palabras en japonés.
-Guardaba las monedas de 1 yen. Ahorre 109 en tres meses (0.9 euros). Me llamaban loco cuando empecé.
-Conocí a japoneses.
-Y a alemanes, indios, belgas, costaricenses, peruanos, espagnoles, americanos, iranies, italianos, eslovacos, tailandeses, filipinos, canadienses y malditos gabachos.
-Me pegué un piñazo con la bici que casi me dejo los dientes.
-Vinieron a verme ocho personas desde España. Y me dejaron pelado como un mono y hecho un trapo. Fué increíble tenerlos aqui.
-He visitado seis ciudades niponas.
-Me bañé en pelotas bajo una gran nevada.
-Comí pescado crudo a las siete de la magnana. Y un cañuflo, claro.
-He vuelto a casa de día unas pocas veces. Uno de esos días me crucé a un compañero entrando a trabajar. Fué un saludo tenso.
-Trabajé hasta 16 horas diarias. Aunque tenía toda la flexibilidad que quisiera.
-Conocí a los Reyes de España.
-Mi jefe me ofreció la posibilidad de ir a casa a dormir la siesta, si "para los españoles era una cosa necesaria".
-Un nigeriano enorme me quiso hacer pupita.
-Asistí a una clase de ceremonia del té.
-Castilla la Mancha Televisión me hizo una entrevista. Que veremos pronto. Por desgracia.
-Me enfadé solo una vez. Malditos gabachos.
Algo se me debe pasar. Ahora voy a intentar dormir un rato.
No va a ser fácil. Estos niños no paran de llorar. La virgen. Y uno ya ha vomitado dos veces.
Y aquí huele a ciprés.
¡Un abrazo!