Y curioso el aparato que nos alegra y da aire fregggco al laboratorio cada día. Pasó desapercibido para mí hasta ahora porque pensaba que era uno más, otro vulgar subproducto de las insensibles cadenas de montaje.
Pero si nos acercamos un poco más ya intuimos que tiene algo distinto. Me gustaría visitar la cabeza de aquel fabricante, para saber qué nos quería decir exactamente.
Desafortunado o no, como es nuestro, lo queremos. Se llame como se llame.
Pasad buen fin de semana. Este me toca a mí disfrutar, ¡qué el lunes es fiesta!.
¡Abrazos!
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jueves, 21 de octubre de 2010
miércoles, 20 de octubre de 2010
TARJETAS DE VISITA JAPONESAS
Ya sé que existen en todos sitios, que no las han inventado aquí. Pero en este país el uso de estas tarjetas está generalizado y tiene matices curiosos. Casi todo el mundo tiene la suya propia, así su uso no está limitado a ambientes de negocios, sino que se utilizan también para socializar. Mi primer contacto con esta danza selvática de tarjeteadores ocurrió en mis primero días en Japón:
Cuatro hombres entrajetados son presentados por un quinto que parece ser el líder. Entonces empieza el cortejo, el sujeto 1 se acerca al 2 con la tarjeta cogida con las dos manos, lo reverencia y se la entrega alargando los dos brazos al tiempo. El sujeto 2 acepta de buen grado y repite la acción simétricamente. Cambio de parejas, ahora 2 baila con 3, y 1 con 4. Cuando el número de bailarines aumenta desde cuatro a infinito, el espectáculo se convierte en una danza de coordinación milimétrica impresionante.
A saber. Deben estar siempre impolutas, entregarse por el lado del idioma del interlocutor y ser observadas por unos instantes con interés. Después, no se guardan inmediatamente, se mantienen a la vista como gesto de respeto.
Vamos, moñadas protocolarias variadas que para mí sólo muestran, sin demostrar absolutamente nada. Y como buena muestra de ello, hasta a mí me han hecho unas tarjetas que me temo jamás utilizaré, pero que bien me valen para llevar mi nombre y dirección escrito en japonés para una ocasión de emergencia.
Señor taxista, devuélvame aquí, por favor.
Cuatro hombres entrajetados son presentados por un quinto que parece ser el líder. Entonces empieza el cortejo, el sujeto 1 se acerca al 2 con la tarjeta cogida con las dos manos, lo reverencia y se la entrega alargando los dos brazos al tiempo. El sujeto 2 acepta de buen grado y repite la acción simétricamente. Cambio de parejas, ahora 2 baila con 3, y 1 con 4. Cuando el número de bailarines aumenta desde cuatro a infinito, el espectáculo se convierte en una danza de coordinación milimétrica impresionante.
A saber. Deben estar siempre impolutas, entregarse por el lado del idioma del interlocutor y ser observadas por unos instantes con interés. Después, no se guardan inmediatamente, se mantienen a la vista como gesto de respeto.
Vamos, moñadas protocolarias variadas que para mí sólo muestran, sin demostrar absolutamente nada. Y como buena muestra de ello, hasta a mí me han hecho unas tarjetas que me temo jamás utilizaré, pero que bien me valen para llevar mi nombre y dirección escrito en japonés para una ocasión de emergencia.
Señor taxista, devuélvame aquí, por favor.
martes, 19 de octubre de 2010
CUENTOS A LO LEJOS
Es un sitio muy bonito, con muchos colores. Un lugar muy diferente que al final no lo es tanto, no te creas. Eso sí, está muy muy muuuuy lejos. He tardado un día entero en venir. “¡Pero un día no es mucho!”. Sí, pero es que el avión va muy deprisa, a diez mil por hora. Imagínate si es lejos que casi no se puede ir más lejos, es lo último de lo último que hay. “¡Ahí va qué lejos!”. Escucha, hay mucha gente con los ojos alargados, que parece que se están durmiendo todo el rato. “jajaja ¡cómo los chinitos!” Eso es, y es que además son sus vecinos. Son muy simpáticos y amables, y me tratan muy bien. En la calle hay siempre muchísimos, pero no como aquí, mucho más, hay un millón de personas a la vez por lo menos. “¡Alaaaa!, ¿y cómo caben todos?”. Pues porque son muy ordenados y listos. A ver si haces como ellos, y recoges la habitación que ya verás como vuelva la abuela y lo vea así. Te va a dar a ti y de paso a mí también. Y no me mires con cara de mala, que sabes que tengo razón. Bueno pues te cuento, cuando llegué todos hablaban muy raro y tuve que aprender a leer y a escribir como ellos, como haces tú en el cole. “¿Y hablas chino como ellos ahora?” Bueno digamos que nos entendemos, que es lo importante. Pero no es chino, ¡es japonés! Si hubiera aprendido de pequeñín como tú con el inglés todo habría sido más fácil, do you know what I mean? “jajaja, yeah, I know what you mean”. Eres más lista que el hambre amiga. Y te hacen muchas reverencias, como si fueras un rey o un príncipe, porque son muy educados. Todo el rato pidiendo perdón, sumimaseeeen dicen muchas veces. “¡¡Sumimaseeen!! jijiji”. Lo que yo te diga, no estás tú espabilada ni nada. Bueno elementa y ahora a dormir que ya es tarde. “Nooo, ¡cuéntame más cosas por faaaa!”. Ya verás tu padre que bronca me va a echar, como si no lo conocieras. ¿Si te cuento otra cosa más te duermes? “Si”. ¿Seguro? “Seguro jijiji”. ¡Oyeee! Pórtate bien pequeño saltamontes. Pues te voy a contar un secreto que no sabe nadie, ¿quieres? “¡Vale!”. Pero no se lo puedes contar a nadie de nadie ¿eh?, ¿lo prometes? “Si, si, siiiiii”. Mira, te lo cuento bajito que no nos oiga nadie ¡chssssss! Yo he ido a un montón de países lejanos y he visto muuuucha gente en esos sitios. Pues de todos todos todos los niños que he visto en el mundo, tú pequeña, eres la niña más bonica de todas, pero…¡chssss! "¡chsss! jijij".
Ahora a domir. Buenas noches pequeñaja.
“Buenas noches tío”.
Ahora a domir. Buenas noches pequeñaja.
“Buenas noches tío”.
lunes, 18 de octubre de 2010
KILL BILL
"Los que podáis caminar podéis iros, pero dejad vuestros miembros cercenados, ahora son míos"
El genio Tarantino se insipiró en el Restaurante Gopanchi para crear el decorado de una de las escenas más famosas de la película Kill Bill. La debilidad en su cocina, es compensada con una distribución y decoración dignas de una visita. Además, si eres fan de la película, resulta cuando menos curioso revivirla de cierta manera en tus propias carnes.
Para llegar, metro Roppongi, salida 2 de la línea Hibiya. Después diez minutos andando no os los quita nadie. Os recomiendo reservar si no os queréis quedar a las puertas, y recordad pedir que os pongan en una de las mesas de la parte superior.
Curioso pero carete, no diréis que no os lo digo.
¡Qué aproveche!
El genio Tarantino se insipiró en el Restaurante Gopanchi para crear el decorado de una de las escenas más famosas de la película Kill Bill. La debilidad en su cocina, es compensada con una distribución y decoración dignas de una visita. Además, si eres fan de la película, resulta cuando menos curioso revivirla de cierta manera en tus propias carnes.
Para llegar, metro Roppongi, salida 2 de la línea Hibiya. Después diez minutos andando no os los quita nadie. Os recomiendo reservar si no os queréis quedar a las puertas, y recordad pedir que os pongan en una de las mesas de la parte superior.
Curioso pero carete, no diréis que no os lo digo.
¡Qué aproveche!
domingo, 17 de octubre de 2010
A LOS PLATOS...
Fiesta de cumpleaños de Oskar, viernes noche, casa de Sara, Roppongi Hills. El capitán Guillermo y el que narra compartimos ollas y sartenes con el karateka de los fogones, el volteari, el Arguiñano de Zalla.
En la dirección de cámara, y sin mancharse de aceite ni un ápice, Maldita Nerea. No me entiendas mal, buenos planos, amigacha.
Con tres hombres de este calibre en cocina el éxito estaba casi asegurado. La tortilla quedó muy rica. Lástima que, entre cañas y barros, se nos olvidara echarle sal.
¡Ánimo, buena semana!