Encontrar cualquier aviso en mi buzón suele ser sinónimo de buenas noticias. Éste parecía diferente: un paquete inesperado para mí en la oficina del campus.
Tras firmar el correspondiente recibo, me entregan el asunto, con el que cargo hasta casa. ¿Qué pijo será?
¡Ohhh! ¡Esto tiene buena cara señora!
Un regalo de mi hermanica Llanos y de los Simones, desde Castellón directamente a mi cocina, saltándose la temida y odiada aduana. Embutido, foie de oca, queso, levadura ecológica y un aceite de oliva de arbequina absolutamente espectacular. Y una nota claro, que aunque no sea de jalar, también me hizo mucha ilusión.
¡Muchísimas gracias! いただきます
Off-topic: Neeeeenes...las foticos de las camisetas...¡qué se pasa el plazo y os quedáis sin!
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martes, 21 de junio de 2011
domingo, 19 de junio de 2011
COMUNICACIÓN
Tiene un pequeño taller cerca de casa, a tan sólo dos manzanas de distancia. Detrás de una vieja persiana, que jamás ví bajada, trabaja afanosamente de lunes a domingo. Sin descanso, llueva o truene. Es un hombre menudo, pero se le intuye la energía de lejos. Anda de un lado a otro con su mono azul y sus manos estropeadas por el paso de los años. Aún puedo recordar la expresión de su cara cuando me vió llegar a lomos de mi moto de importación. Pude oler su temor y sorpresa. Lo que él no sabía, es que yo sentía lo mismo, pero disimulaba.
Me costó que me aceptara como cliente. Estoy acostumbrado a que intenten evadir la responsabilidad de tratar con extranjeros. No es que no quieran, es que no es fácil saltar la barrera del idioma, y lo humanamente lógico parece declinar. Pero allí me quedé hasta que fue consciente de que no me iría sin respuestas. Y así empezó todo.
Ahora cuando tengo cualquier problema allí que me voy. Lo que resultaba un engorro al principio, se ha convertido en una agradable visita. El señor Kawaguchi también da señales de alegrarse al verme, y ya sonríe sin nervios y me habla en japonés como si lo entendiera. Su ayudante, un hombre de mediana edad que conserva no más de tres dientes, nos echa una mano con alguna palabra en inglés que sólo él entiende. Me dice que mi moto es China, y aquí todo lo que suene a chino es sinónimo de calidad mediocre. De paso, deja algún que otro recado para el país vecino, aprovechando la clara.
El viernes les explicaba que tenía un problema con el arranque eléctrico. Quedaron en llamarme, cosa que hicieron la mañana siguiente. El cómo nos aclaramos por teléfono en japonés es otro cantar. Un cantar muy jodido. El caso es que yo tenía la moto arreglada, y ellos iban a olvidarse hoy del arroz, para comer con un poco de mi pan casero.
Junto a mi agradecimiento, me llevo una explicación impresa de parte de Kawaguchi-san.
A saber.
De lejos, la explicación más clara que jamás me dió un mecánico.
Me costó que me aceptara como cliente. Estoy acostumbrado a que intenten evadir la responsabilidad de tratar con extranjeros. No es que no quieran, es que no es fácil saltar la barrera del idioma, y lo humanamente lógico parece declinar. Pero allí me quedé hasta que fue consciente de que no me iría sin respuestas. Y así empezó todo.
Ahora cuando tengo cualquier problema allí que me voy. Lo que resultaba un engorro al principio, se ha convertido en una agradable visita. El señor Kawaguchi también da señales de alegrarse al verme, y ya sonríe sin nervios y me habla en japonés como si lo entendiera. Su ayudante, un hombre de mediana edad que conserva no más de tres dientes, nos echa una mano con alguna palabra en inglés que sólo él entiende. Me dice que mi moto es China, y aquí todo lo que suene a chino es sinónimo de calidad mediocre. De paso, deja algún que otro recado para el país vecino, aprovechando la clara.
El viernes les explicaba que tenía un problema con el arranque eléctrico. Quedaron en llamarme, cosa que hicieron la mañana siguiente. El cómo nos aclaramos por teléfono en japonés es otro cantar. Un cantar muy jodido. El caso es que yo tenía la moto arreglada, y ellos iban a olvidarse hoy del arroz, para comer con un poco de mi pan casero.
Junto a mi agradecimiento, me llevo una explicación impresa de parte de Kawaguchi-san.
A saber.
De lejos, la explicación más clara que jamás me dió un mecánico.