Antes de que Macarena se pusiera en contacto conmigo, el título de esta entrada a mi tampoco me decía nada. Pero por suerte lo hizo, para comunicarme que su empresa manchega afincada en Ciudad Real (Nico Jamones), venía a participar en esta feria internacional de alimentación, y que seguro sería una buena oportunidad para tomar una cerveza y charlar un rato.
Así lo acordamos, y el pasado domingo nos fuimos a cenar juntos a nuestro sitio favorito de Tokio, para hacerlos sentir como en casa. Junto con su grata presencia me obsequiaron con una invitación para visitar la feria, que de otra forma no hubiese sido posible, ya que era exclusiva para profesionales. Cosa que les agradecí sinceramente, porque a mi el asunto de la gastronomía me gusta mucho.
El evento era gigantesco, así que decidí centrarme en el pabellón que acogía a las empresas españolas que, por cierto, eran más de un centenar. La mayor sorpresa fue que la comunidad con más representación era Castilla La Mancha, que había venido a vender sus excelentes vinos. Y allí me fui como manchego residente a presentarme y a hablar un rato con los paisanos. Y por supuesto a probar todos los vinacos que habían traído.
Estaba como un niño en una juguetería. Vinos increíbles, queso manchego, jamón de bellota y los mejores aceites de oliva se abrían ante mis ojos para transportarme a mi tierra por unas horas. Y gente estupenda con la que no paré de conversar ni un minuto. Además viviendo en un país donde pagas en un bar por una copa de vino mediocre cinco euros, poder disfrutar de productos de gran calidad por la jeta estaba siendo un verdadero lujo. Y algunos aún siguen diciendo por ahí que Japón es muy barato. Sí, barato de cojones.
Este elemento era un crack, traductor de profesión, pero lo habían puesto a cortar un Cinco Jotas
No faltaron las empresas albaceteñas. Mil gracias tengo que darles a Marquesado de Hita por el queso que me regalaron, a Finca Los Aljibes por el aceite de oliva y a Carolina y Paula, dos chicas gallegas que me agasajaron con Albariño. También a David de Finca Los Alijares, un chico de Albacete que me encontré allí y que hablando descubrimos que teníamos amigos comunes. Y que me regaló unas buenas botellas de vino que prometo compartir con alguno de vosotros. Total, que como un jubilado cualquiera iba yo cargado como una burra, pero muy feliz y contento. Sobre todo contento, y con dolor de espalda agudo cuando al fin pude llegar a casa.
El botín pirata
Y no puedo dejar de agradecer de nuevo a Verena, Macarena y Nico que me trajeran un jamonazo de pata negra, acompañado además de un buen jamonero y cuchillos. Será ajusticiado como merece en mi hogar.
Si ustedes gustan...