No sé si fue la casualidad o la morriña (aunque seguramente las dos cosas), pero el pasado fin de semana me sentí como en casa. El sábado quedé con Nerea y Guille para ir a dar una vuelta por Asakusa. Decidimos alejarnos de las zonas más turistas y callejeando encontramos un bareto en el que nos paramos sin pensarlo.
Era perfecto para echar unas cañas. Una barra exterior y dos chicas haciendo pinchos y sirviendo cerveza. Por cierto esas eran las únicas mujeres que había en el local (y Nerea, claro). Todo lleno de japoneses de avanzada edad apostando en las carreras de caballos. Por supuesto éramos los únicos extranjeros (gaijines nos llaman), lo que nos hacía suponer que habíamos dado con un sitio bueno. Los parroquianos además nos observaban sorprendidos. Madre mía me comí un pincho de anguila que estaba buenísimo. Estábamos ahí al solecete, tomándonos un cañuflo a gusto y es que me parecía estar en la calle Tejares.
El domingo la inercia patriótica me llevó a pensar en cocinar algo de la tierra. Así que me propuse preparar una paella con los medios de los que disponía. En ausencia de paellera (Que la RAE define como: "Recipiente de hierro a modo de sartén, de poco fondo y con dos asas, que sirve para hacer la paella", por si hay algún valenciano que me lea ;)), usé una sartén. Además tuve que improvisar un poco con los ingredientes y el fuego, eléctrico y pequeño, tampoco terminaban de ayudarme. Pero en fin, ahí me tenéis posando con la paella y con la camiseta del Alba. ¡Qué grande!
El aspecto lo podéis juzgar vosotros mismos pero os aseguro, no sé cómo, que estaba buena buena.
¡Ánimo que ya no queda nada para el finde! Y no podía ser mejor porque aquí el lunes es festivo otra vez, asi que me piro de viaje.
miércoles, 8 de octubre de 2008
martes, 7 de octubre de 2008
UN ESPAÑOL NADANDO DESNUDO EN EL PALACIO IMPERIAL DE TOKIO
Sí señor, había que dar la nota de color. El personaje del vídeo se llama Gerardo y ayer tuvo la genialidad de pegarse un bañito en el foso del Palacio Imperial de Tokio. Según cuentan las noticias se tiró a recoger un bolso que se le había caído a su compañera sentimental.
No contento con la hazaña, parece que al salir intentó agredir a la policía. En el vídeo podéis ver al amigo nadando plácidamente mientras desde la orilla otro español le grita: ¡Gerardo sal, por favor, qué no te van a arrestrar! Y Gerardo pensó: ¡Y una mierda, que en cuanto salga me van a limpiar! Dicho y hecho. Pero que le quiten lo bailao. Gerardo, eres un genio adelantado a tu tiempo.
Aquí la versión extendida del vídeo en la televisión japonesa.
No contento con la hazaña, parece que al salir intentó agredir a la policía. En el vídeo podéis ver al amigo nadando plácidamente mientras desde la orilla otro español le grita: ¡Gerardo sal, por favor, qué no te van a arrestrar! Y Gerardo pensó: ¡Y una mierda, que en cuanto salga me van a limpiar! Dicho y hecho. Pero que le quiten lo bailao. Gerardo, eres un genio adelantado a tu tiempo.
Aquí la versión extendida del vídeo en la televisión japonesa.
domingo, 5 de octubre de 2008
SUSHI (鮨)
Este fin de semana me invitaron a probar un tradicional Restaurante de Sushi japonés. Kazuya, un amigo de mi jefe que trabaja en la Universidad de Osaka, nos citó a las tres y media en Yokohama para CENAR. El amigo había reservado la merienda para las cinco. Antes nos llevó a su casa donde pudimos conocer a la familia.
Después de un ratejo, fuimos a la cena, pero sólo nosotros tres. El local, según nos explicó Kazu, prepara uno de los mejores sushis de Tokio y sólo tiene sitio para atender a siete comensales al tiempo. Increíble.
La cosa es como sigue, el amigo cocinero empieza a preparar distintos tipos de sushi delante de tí y te va sirviendo. Pero no para hasta que no le dices basta, y va a una velocidad infernal. A duras penas yo podía seguir el ritmo. Que yo pudiera contar nos comimos en cuarenta y cinco minutos 14 tipos de sushi (acompañados con sake, 酒). Y yo fuí el cagón (luego sabréis por qué) que pidió la hora cuando, entre estornudos, estaba a punto de explotar.
Realmente estuvo todo buenísmo, eso sí, algunas cosas más fuertes que otras según la cantidad de wasabi (山葵). La única pega fue que tanto pescado crudo y condimentos a los que no estoy acostumbrado hicieron que mi estómago se resintiera ligeremante. Vamos, que me iba por la patilla.
¿Le pasa a todo el mundo igual o soy yo sólo?
Después de un ratejo, fuimos a la cena, pero sólo nosotros tres. El local, según nos explicó Kazu, prepara uno de los mejores sushis de Tokio y sólo tiene sitio para atender a siete comensales al tiempo. Increíble.
La cosa es como sigue, el amigo cocinero empieza a preparar distintos tipos de sushi delante de tí y te va sirviendo. Pero no para hasta que no le dices basta, y va a una velocidad infernal. A duras penas yo podía seguir el ritmo. Que yo pudiera contar nos comimos en cuarenta y cinco minutos 14 tipos de sushi (acompañados con sake, 酒). Y yo fuí el cagón (luego sabréis por qué) que pidió la hora cuando, entre estornudos, estaba a punto de explotar.
Realmente estuvo todo buenísmo, eso sí, algunas cosas más fuertes que otras según la cantidad de wasabi (山葵). La única pega fue que tanto pescado crudo y condimentos a los que no estoy acostumbrado hicieron que mi estómago se resintiera ligeremante. Vamos, que me iba por la patilla.
¿Le pasa a todo el mundo igual o soy yo sólo?
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