Y es que los viajeros de Albacete Japón Express 3.0 aterrizaron en Japón hace apenas 48 horas sorprendentemente más frescos que una rosa. Así que no lo pensamos dos veces; dejamos las maletas en nuestro hotel y nos fuimos a cenar a un izakaya por Shinjuku. Bien. Toma de contacto con las luces del peculiar barrio de Kabukicho y una jarra de cerveza fresca.
No tardamos mucho en abandonar la gran ciudad para buscar aguas más calmadas. Nuestro siguiente destino fue un pueblecito de los alpes japoneses llamado Yudanaka, donde se puede disfrutar como en pocos lugares de la tradición milenaria de los baños japoneses. Nos alojamos en un pequeño hotel regentado por una encantadora pareja, que nos indicó enseguida que era el momento de ponernos los yukatas para pasear por el pueblo en busca de los distintos onsen de aguas calenticas que están repartidos por sus calles.
Después de semejante tarde en remojo no nos quedó otra que buscar un sitio para recuperar fuerzas. La soba es uno de los alimentos típicos de la región, así que pensamos que sería lo suyo cumplir con los locales invadiendo un pequeño bar donde permitimos que la noche se nos viniera encima entre risas, cervezas y alguna que otra jarra templada de sake.
Tras una noche aprendiendo a dormir en tatami y con futon, esta mañana hemos hecho una pequeña ruta a pie para alcanzar el parque de los monos de Jigokudani, donde estos animales de cara roja y muy mala leche, disfrutan bañándose en las aguas termales como uno más de nosotros.
Los monetes, qué cosa oye.
Ahora mismo os escribo desde Matsumoto, ciudad que no ha recibido con su majestuoso castillo y con los cerezos en flor. No nos podíamos quedar un año sin ver esos árboles radiantes de blanco, un sakura que es parte importante de la cultura japonesa. Sólo hay que ver cómo se ponen las calles y parques en cuanto asoman las primeras flores de primavera.
¡Un abrazo a todos de parte de todos los que hacemos ALBACETE JAPÓN EXPRESS!