miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA CARRERA DESDE DENTRO

Todo lo que os pude contar sobre mi experiencia no deja de ser cierto, pero aquí llegan hoy las imágenes que demuestran que estuvimos allí, aquel 2 de diciembre de 2012, corriendo como locos por las calles de Yokohama, triscando junto al puerto más importante de Japón (y uno de los más grandes del mundo), al ladico de su famosa terminal de pasajeros. Y que demuestran que además de disfrutarlo, lo sufrimos.

El tío Luis y yo charlando en los primeros compases

Sr Thompson y Dani, sin saber aún la que se les venía encima

¡Búscanos, que estamos ahí!

Todavía sin apuros, con Luis siempre a mi diestra

Nos reímos, pero ya menos

Luis haciendo ya la guerra por su cuenta

Con los cascos ya, oyendo vuestros mensajes

Y empezando a pasarlas canutas

Primero en meta con un increíble 1:39

Cruzando la línea en 1:42, ¡jodido pero vivo!

¡Conseguido!

domingo, 9 de diciembre de 2012

A VISTA DE FUJI

Nos retrasamos por unas cosas u otras y, aunque no salimos demasiado tarde de Tokio, la noche ya se cerraba sobre las vías de la estación de Shinjuku, cuando alcanzamos el andén que nos prometía llevarnos tan cerca como fuera posible del monte sagrado. Tras unos buenas ratos de conversación en trenes locales, llegamos al fin a Kawaguchiko, donde tras cuatro palabras y seis gestos nos enteramos de que el transporte público se había ido a dormir, y que el taxi era nuestra única opción para ir hacia el hostal que habíamos reservado para pasar la noche.

Bordeando el lago Yamanaka fuimos a parar a la entrada de un camino, donde un cartel indicaba la localización de nuestro ryokan. A la  mañana siguiente iríamos a animar a Oskar, que corría la media maratón del Fuji, a sólo unos kilómetros de allí. Con un poco de suerte, incluso llegamos a tiempo de cenarnos un ramen en un restaurante aledaño al hotel, y de comprar unas cervezas para disfrutarlas sobre el tatami un poquito más tarde. 

No recuerdo a qué hora caímos rendidos en los futones, pero si que sé que a las 5 de la mañana, con las primeras luces del alba, Guillermo y yo nos asomamos al ventanal congelado de la habitación, para darle los buenos días a un viejo amigo, a aquel que tantas veces se hace el remolón para no dejarse ver, como si le pudiera la timidez de verse observado por miles de personas cada vez que decide asomarse entre las nubes.

Amanece frente al Monte Fuji.





Tras el desayuno, y después de haber sacado a la fuerza a Maldita Nerea del futón, fue el momento de pasear hasta la orilla del lago para no perder un minuto del pedazo de sol que nos hizo ese día. Os prometo que es imposible apartar la mirada de esa montaña mientras permanece visible, es muy difícil que una foto te salga rematadamente mal cuando tienes un modelo semejante delante.






Por último, os daré un pequeño consejo. Casi todo el mundo que quiere ver el Fuji se va a Hakone, donde en mi opinión las vistas son peores, y además la masificación turística le quita parte del encanto al lugar. Así que, si es que me lo estáis preguntando, os diré que considero mucho mejor sentarse tranquilamente junto a los lagos Kawaguchi o Yamanaka, donde el silencio y la naturaleza os dejarán disfrutar plenamente de este peculiar coloso.

¡Buena semana para todos!

* Así lo contó el loco del Lorco. Tenéis más entradas sobre el Monte Fuji aquí (cuando subí el monte este verano) y aquí (donde lo ví por primera vez).