Será el próximo día 24. Uno más al saco blanco de las experiencias y uno menos para un final que aún no tiene fecha. O nadie me la ha dicho. Tendré que volver a pasar por una de esas primeras veces. Otra de tantas que hacen que veas ese día diferente. Y lo distinto renueva y mantiene el agua corriendo. Y lo nuevo y fresco despierta. En Japón aprenderé a contar hasta más de treinta, y no es si no algo más que me llevaré agradecido de esta tierra.
Despierto se hace inevitable que todo ande de vueltas en tu cabeza. No es que quiera olvidar el peso cargado hasta ahora. De eso nada. Que me ha pesado un huevo, y me cuesta el otro conseguirlo. Pero ahora quiero más. Quiero no sentir los riñones de llevar a cuestas lo nuevo. Eso sí, guardemos silencio por respeto a los que duermen. Con lo bien que se está en la cama calentito, tapado hasta los ojos. Pero hoy aún no es mi día. No todavía. Mañana me acuesto.
Ni la cosa va de balances, ni de cuentas pendientes, ni de explicaciones inexplicables, sólo de que te cuadre el color que tiene tu vida esta mañana. De que te levantes cada día deseando que pasen las horas para vivirlas, de que tengas ganas de que mañana supere con creces a tú ayer. O nada de todo eso. Esta es mi vara de medir el vaso, pero, mire usted, nos puede valer cualquier.
Yo, de momento, lo sigo viendo medio lleno.