jueves, 7 de octubre de 2010

CASA DEL GUAPO

Viernes soleado en este lado del mundo, todo parece ir bien, señal inequívoca de que amenaza tormenta. Disfrutemos pues mientras nos dejen. En una paseo de reconocimiento por Ikebukuro 池袋, un barrio cercano al mío, me topé con este restaurante español de nombre tan modesto.




Pendiente me queda entrar a echarme un caña para comprobar la autenticidad del local, pero no acabé yo de convencerme con el aspecto del bareto. Algo en mi interior me dice que cuando lo haga me encontraré comida pseudoespañola y a un tío feo sirviéndomela.

Pasad un buen puente y portaos bien. Nosotros también tenemos fiesta en Japón el lunes, por ser el día de la salud y el deporte, asi que la semana que viene ya nos vamos viendo.

¡Un abrazo!

miércoles, 6 de octubre de 2010

CAMIONES ROSAS

Visto en los alrededores de Omotesando hiruzu 表参道ヒルズ en Tokio. Una raza de humanos como los camioneros, hombres rudos y fuertes capaces de todo tipo de hazañas, cayendo en picado. Como todo tiene que ser Kawai pues nada, decoramos un trailer de catorce ejes y cincuenta toneladas de rosita y motivos angelicales. Muy jodido.



¿Dónde están esas vírgenes de metro y medio estampadas en las puertas? ¿Y esa vieja música de cinta de gasolinera? ¿Dónde quedaron aquellos hombres que plasmaban los nombres de sus mujeres, hijos y familiares en los frontales de las cabinas? Amor férreo por sus familias que en ocasiones se hacía tan difícil de entender combinado con viejas portadas de interviú, o con las visitas a casas donde se presta el amor por horas.

¡A pasar un buen día!

martes, 5 de octubre de 2010

IDAS Y VENIDAS


Hoy recuerdo que estoy lejos de casa. En ocasiones es algo que pasa inadvertido para mi cabeza, aunque queda latente en algún rincón esperando pacientemente su turno para actuar. Muchas personas importantes quedaron allí, y otras muchas hacen que sienta este lugar como mi segundo hogar. Entre unos y otros están los que vienen y van, vendrán por aquí dejándome un trocito de mi tierra, y se irán, espero, con una sonrisa. O dos.






Pasa casi siemre. Primos de uno y otro pueblo conviven y se entienden en un patio que no han elegido, y es un placer verlos jugar y reir juntos, aunque tengo que reñirles de cuando en cuando, porque son peor que los chiquillos.

Anoche dijimos adiós a Carmen con una cena en un restaurante de Okonomiyaki お好み焼き, y casi sin respiro el sábado daremos la bienvenida a Carlos e Irene.

En cualquier caso este brindis prometido y este post van por Joel (hijo de Kalel), que pronto empieza una vida en otro pueblo lejos del suyo, donde estoy convencido de que no le faltarán primos, primas, yernos y nietas.



¡Va por tí colega!

lunes, 4 de octubre de 2010

JAPONÍZATE: SURFEROS

Reflexionando de nuevo. En los aledaños de una playa observo una cantidad ingente de personas dispuestas a practicar surf. Totalmente equipados, grupos de jóvenes se preparan para disfrutar de un soleado día de septiembre. No sabía que hubiera esta afición aquí, pero me gusta porque es algo que quiero hacer algún día. Pero continuamos después de ver el siguiente vídeo. Pónmelo chiquitíns.



No hay olas. No hay pocas olas no, es que no hay olas. Miro de nuevo. No las hay. Sólo calma chicha. Pacientemente ellos aguardan que llegue como esperanzados por una profecía que anunciara la llegada de la grande, cosa que no ocurriría durante nuestra estancia de dos horas, pero quién sabe oye. Yo soy más de secano que el trigo, pero si en ese sitio hay oleaje, desde luego no iba a ser ese día. Pero allí seguían, impasibles pero tensionados, impacientes pero esperanzados.

Así, nos quedamos sin saber quién era The Big kahuna de la zona sur de Shimoda.

Una penica.

domingo, 3 de octubre de 2010

OHAYOU GOZAIMASU おはよう ございます

Cada día y con sonrisa incluida. Eran dos años sin volver y hasta me sentía un poco nervioso antes de cruzar el umbral del local. Lo había hecho más veces así que fue como regresar a casa. Hiroko-san se quedó blanca al verme y soltó un "¡buenos días!" en perfecto castellano. Saltándose el estricto protocolo salió de la barra para darme la mano y hablarme sin decir nada concreto, después, volvió a la caja y repitió el ritual que un día acordamos sin quererlo mucho tiempo atrás. "¡Buenos días!"-repitió sonriente-, "¡Ohayou gozaimasu!"-le dije yo-. Le pedí un trozo de bizcocho, y ella me puso el mismo café con que me obsequiaba cada día, siempre que no estuviera el encargado claro.

Y así retomamos la sana rutina de alegrarnos cada mañana, sin más ni más.

¡Qué paséis un buen día!


Aunque parezca increíble, el título de la entrada ya lo sé leer y escribir. Así están las cosas.

¡Un abrazo!