En lugar acordado, el señor Hide nos recoge con su imponente vehículo de importación. Entre la conversación, se cuelan referencias al grato día que empieza a despertar. Bendita suerte que nos acompoñe el sol para encontrarnos contigo, mejor imposible. Entre el incesante tráfico japonés y lo lejos que vives parece que nunca vamos a llegar a tú casa.
Ahora sí, ya estás aquí.
Ferpichan, para servirte.
Una vez instalados y desayunados en la estación cinco, decidimos subir. El Fuji se sube en verano, cuando las condiciones atmosféricas son más favorables, pero la aglomeración de gente es tan grande, que hay cola durante todo el recorrido. Siete horas de suplicio al paso que la masa decida llevar. Me parece que no me pillan.
Se supone que en esta época está cerrado, pero así nada más que de boquilla. No hay guardas, ni vallado. Hoy, no hay nadie. Para arriba pero ya.


Encantado de conocerte, amiguete.

¡Un abrazo!