Eso es lo primero que se me vino a la cabeza cuando nuestra lancha rápida aminoraba el ritmo, y se adentraba entre barras de arena hacia una de las trescientas sesenta pequeñas islas que forman parte de los Cayos de Exuma, en el curioso país de las Islas Bahamas. Las veinte personas que íbamos a bordo, guardábamos un silencio de admiración no negociado, mientras intentábamos asumir un paisaje difícil de digerir para los sentidos.
Yo venía ya impresionado de lo que había podido ver en Nassau, la isla principal y capital del país, pero enseguida quedó en evidencia mi total ignorancia. En realidad todavía no había visto nada de nada.
El capitán manejó la nave con destreza hasta un pequeño embarcadero del que debía ser nuestro destino aquel día; una isla de nombre desconocido que pertenecía a una zona ecológica protegida. ¿Qué quiere decir eso? Pues que ni hoteles, ni restaurantes, ni gente. Allí sólo encontramos el mencionado embarcadero, y un señor con un bigote considerable bajo el techamen hecho de hojas de un viejo chiringuito de madera; y que sería el encargado de que no nos faltara comida y bebida durante la jornada.
Casi dos horas nos había llevado el trayecto a toda velocidad desde Nassau, por lo que bien nos merecíamos un descanso, una cerveza fría y un "nada que hacer" durante todo el resto del día. La isla era muy pequeña y se recorría andando en apenas diez minutos, lo que no te dejaba más remedio que disfrutarla con todo su encanto de punta a punta.
Me pongo los cascos con un poco de música y voy a darme un baño fresco, venid conmigo y os enseño un poco más.
Me pongo los cascos con un poco de música y voy a darme un baño fresco, venid conmigo y os enseño un poco más.
Tras unas cuatro horas, el jefe de expedición nos dijo que había que despertar, que el sueño había terminado y tocaba volver al mundo de los mortales. Nos resistimos, vaya que si nos resistimos, pero tras una lucha feroz, montamos de nuevo en el barco y volvimos, aún sin palabras, por las mismas aguas por donde habíamos venido.
Habíamos estado en la mejor playa del mundo, y eso sí que ya no nos lo iba a quitar nadie.
*Datos: son dos las compañías que hacen esta excursión de un día a los Cayos de Exuma desde Nassau. La que yo elegí, sin ningún motivo concreto, fue Power Boat Adventures, y aunque el precio es bastante elevado (200 dólares), quedé más que satisfecho por el servicio (comida, bebida y transporte), pero principalmente por la experiencia vivida en este lugar perdido pero impresionante.