
Como os dije el sábado llegué casi a las diez de la noche a mi casa. Tenía quince minutos para arreglarme y salir porque a las once había quedado y vivo bastante lejos del centro. Estaba hecho polvo, pero era la primera vez que salía aquí y había que darlo todo. Por supuesto llegué tarde. Y aquí no es como en España. La gente llega a su hora y es una ofensa hacer lo contrario. No volverá a pasar.

Fuimos al
Club Pure de Shibuya. La entrada 3500 yenes (unos 20 euros). No es barato, pensé. Pero pa´dentro por supuesto. Bueno pues en el cumpleaños éramos diez personas, nueve japoneses y yo. De ellos podía comunicarme en inglés-español con tres.

La cosa es que fuí a pedirme algo a la barra (es en el único momento que intentó hablar algo de japonés) y resulta que no había que pagar. Eso es. Me indican que con la entrada hay barra libre toda la noche (all you can drink, me dice el tío). La entrada no era tan cara como yo pensaba. Evidentemente esto no funcionaría en España.
El resto de la noche pues os podéis imaginar; bailoteos y conversaciones con todo quisqui. Al principio los japoneses son muy fríos y no puedes ni darles la mano al saludarles, pero en cuanto cogen confianza, venga abrazos y risas.

Me encontré hasta con dos españoles que habían aprovechado la barra libre por todo lo alto. Iban ciegos como monos y me decían todo el rato, ¡qué buenas que están las asiáticas!, ¡hoy pillamos seguro, muy mal se nos tiene que dar! Y se acoplaron al cumpleaños a tantear el terreno. De genios. A las cinco de la mañana despedida y cierre.

Inesperadamente yo acabé la noche hablando fluido con los 9 japoneses y siendo más amigos que gorrinos, y los españoles, delante de mí camino a su hotel comentando la jugada y preguntándose que es lo que había podido fallar.
¿Os gustan las fotos? ¡Un abrazo!