domingo, 23 de marzo de 2014

MAMÁ, QUIERO SER VIVIDOR

Cuando uno toma una decisión de ese calado, uno de los momentos más delicados es, precisamente, hacérselo saber a tu señora madre. Las madres son esos extraños y curiosos seres que tienen un nivel de preocupación tal, que son incapaces de sentir nada más. Nunca dejan de desvelarse por lo que le pueda ocurrir a sus pupilos; jamás. Una buena madre vive en un estado de preocupación y alerta perpetúa que, de alguna forma, la hace estar feliz y refunfuñando todas las horas del día. Yo puedo coger un avión intercontinental y no se lo digo a mamá y no pasa nada. Ahora, como la llame y le cuente que voy a subir el metro para ir a una cena, me indica (amablemente) que tengo que darle un toque en cuanto llegue al restaurante. Y si se me olvida hacerlo (cosa que ocurre continuamente) me llama y me echa una bronca del copón bendito. Y la edad que tenga no importa ni va a importar. Si por ellas fuera no saldríamos a la puerta de la calle porque "¿para qué?" si "donde mejor se está es en casa que por ahí no hay más que gentuza". Hay que ver lo que quiero yo a mi madre.

Esta es mi última semana de trabajo. A partir del 1 de abril empieza una nueva etapa en mi vida donde el capitán de mi barco seré sólo yo. Las motivos por los que he decidido este cambio radical no los tengo claros ni yo, puede que no pudiera ni enumerarlos aunque ese fuera mi propósito (que no lo es), lo que os puedo confirmar es que lo hago porque es lo que realmente quiero hacer. Supongo que todo esto va un poco sobre la política de sufrimiento cero que ya promulgué hace un tiempo, y de que la vida es nada más que un ratico.

Necesito este tiempo para mí. 

La llama que se encendió con fuerza hace más de tres años cuando comenzó mi etapa japonesa estaba perdiendo poco a poco intensidad por el peso de la rutina. Y ahora quiero volver a avivar ese fuego para seguir progresando, aprendiendo, ¿madurando?, y para enfrentarme a nuevos retos que, por lo que me han contado, ya deben estar de camino. Y si no vienen ya iré yo a buscarlos donde haga falta.

¿Y ahora qué vas a hacer? Es la inevitable pregunta que me hacen cada día, y que yo mismo tuve que formularme hace no tanto. Pues ahora soy yo el que decide por dónde sale el sol cada mañana, así de sencillo. Quiero aprovechar este tiempo para mejorar mi japonés (porque mi base seguirá siendo Tokio), para hacer deporte, para viajar como un loco (pero despacico, sin agobios), para levantarme a la una un martes o trabajar una mañana de domingo, para visitar a amigos que hace tiempo quiero ver…haré todo lo que uno no puede hacer cuando es esclavo del tiempo.

¿Y de qué vas a vivir? Sabía que ibas a preguntarme eso malandrín. Pues no lo sé. Y realmente no me lo he planteado en serio. Espero y deseo que vayan surgiendo cosas, y que los proyectos que llevo en paralelo funcionen y me ayuden a ir tirando. Pero es lo que menos me preocupa en este momento. El maldito dinero es una de las principales razones que nos impide tomar decisiones de este tipo, que nos ata en corto y no nos permite ser del todo libres, y que por lo tanto quiero que tenga el menor peso posible en toda esta historia.

Así que amigos ese es el nuevo plan: disfrutar de la vida. De momento, voy a esperar a que vengan los viajeros de Albacete Japón Express 2014 para irme con ellos una semana de juerga flamenca por Japón. Tras lo cual partiré rumbo al sudeste asiático en un viaje iniciático que me muestre cómo he de vivir este nuevo tiempo que se me ofrece. Tailandia será mi primer destino, con la idea de tomar contacto con un país en el que estamos pensando organizar un viaje (del mismo tipo del que hacemos por Japón) para este próximo mes de agosto. Después, vendrán otros países, continentes y aventuras, pero de todo esto ya iremos hablando tranquilamente estos meses venideros. Gracias por seguir siempre ahí leyéndome, que no os lo digo mucho pero es algo que agradezco sinceramente.

Pues eso madre, que ya lo siento, pero que me hago vividor.



¡Un abrazo grande!