miércoles, 11 de mayo de 2011

RELATIVO

Pensaba yo hace dos mañanas lo tranquilo que estaba todo desde que volví de vacaciones. Ni un solo temblor había sentido en tres días. Esos incómodos y ya rutinarios despertares, entre paredes crujiendo y mi cama meciéndose en una inquietante danza, parecían haberse ido para siempre. La quietud duradera consigue que vayas descansando cada noche mejor, relajándote, hasta dar con el sueño profundo perdido hace ya semanas.

Esta mañana, dos meses y un día después de que el más grande de ellos se pasara por aquí de visita, recibo varios correos electrónicos que me hacen pensar que de calma nada. Mucho era. Por lo que leo, parece que ha habido otro temblor pero yo no me he dado ni cuenta. Como para darme. Ha sido muy cerquita de casa, pero no de la de Tokio, un terremoto de grado cinco con epicentro en Lorca, se ha dejado sentir con fuerza en Albacete. Casi involuntariamente llamo a Lorco. Tras la descolocación inicial consigo ir enterándome de la jugada. Aunque aún me parece increíble lo que veo.

Puedo entender la sorpresa de sentir el primero, la curiosidad, lo nuevo. Puedo comprender la preocupación intensa tras asimilarlo, la incredulidad de lo vivido, y comparto con vosotros el miedo a que vengan los siguientes. Ahora sí que lo sé.

Ayer aquí, hoy allí. Ayer japoneses, hoy españoles.

Y pensaba que íbamos a estar tranquilos.

¡Un abrazo y mucho ánimo!

martes, 10 de mayo de 2011

KANAMARA MATSURI かなまら祭り


Cada año, el primer domingo de abril se celebra en Kawasaki un animado festival sintoísta. Otro más, dirán algunos. Pues sí, salvo por el objeto al que se somete a veneración en este caso: un pene. El nombre puede ser libremente traducido como "El festival del miembro metálico", y debe su denominación a una vieja leyenda sobre sexo y demonios con los dientes largos.


Antiguamente, el templo donde se celebra el evento, era el lugar donde las prostituas iban a pedir protección ante las enfermedades de transmisión sexual. En la actualidad, se acude para rezar por un embarazo, pedir suerte en el amor o en el sexo, o incluso prosperidad en los negocios.



Un día de culto a la fertilidad, que es celebrado por gentes de todas las edades sin ningún pudor. Conocido fuera de estas fronteras, acuden cada año muchos curiosos extranjeros. Pero no fue así en esta ocasión, el reciente terremoto dejó ver pocos gaijines en la zona. Por el mismo motivo no se realizó, como suele ser habitual, el desfile en el que se pasea un gran pollón, erigido en un pedestal, por las calles cercanas al templo. Habrá que volver.





Y lo que pasa, que ante celebraciones erótico-festivas de este tipo, surgen los genios como las setas después de la lluvia, para hacernos comprender que tal vez los locos seamos nosotros. Que no es seguro, pero que pensemos en ello por si fuera el caso.




Y es que no debemos olvidarlo, somos lo que somos.


¡Un abrazo!

domingo, 8 de mayo de 2011

LA MADRE QUE ME PARIÓ

No me creo que haya llegado el día. Como mandan los canones aquí, el viaje estaba planeado desde hace ya mucho tiempo. La Golden Week japonesa da su permiso a todos al tiempo para relajarse y viajar. Y claro, lo de salir todos los nipones juntos, se intuye, cuando menos, inquietante.

Ante la mirada de algunos incrédulos curiosos, aguardamos nuestro check in dando buena cuenta de un espectacular bocata de tortilla de patatas con tomate. No sé lo que parece que parecemos, pero lo que parece claro es que nos parece estar buenísimo. La cola que nos espera es digna de una salida de vacaciones como ésta. Decidimos hacer acopio de fuerzas y hacerla tres eslabones más larga.

Buen sitio un aeropuerto para cargarse de felicidad. Unos y otros andan contentos, comentando la jugada, ilusionados porque se avecinan cambios inminentes. Lo que nos cuesta decidir un cambio en nuestro camino, y lo que nos gusta. Son la sal de este juego, lo que nos mantiene vivos y despiertos.

Ya nos toca. Pasaportes por favor. Después de unos minutos, la señorita siente especial curiosidad por el mío. "¿Sabe si puede usted entrar a Filipinas con una caducidad inferior a seis meses?" - pregunta. La virgen. Pues ni idea, pienso. Pero enseguida reaccionamos diciendo que sí, que por supuesto. "Si no les importa, voy a llamar a su servicio de inmigración para comprobarlo". Madre mía, qué cagada. Las patejas ya me tiemblam mientras la veo hablar por teléfono a lo lejos. Contactar con un funcionario filipino le llevará su tiempo. Mira que son majos, pero lo que es prisa, lo que llamamos urgencia, no tienen ni la han conocido. Antes que nadie, Guille ya ha consultado la web del Ministerios de Asuntos Exteriores español. En efecto, necesito seis meses de caducidad para poder entrar al país, y ni siquiera tengo tres. Me río porque no tiene sentido otra cosa. Es que no para de cagarla, no me canso de errar. Vuelve la azafata para resumirnos que no ha podido concretar nada, que si quiero puedo viajar, pero bajo mi responsabilidad. Si al llegar no me dejan entrar, el problema será mío y sólo mío. Accedo, qué otra cosa puedo hacer.

En el vuelo, pienso en la que me espera. Creo que mis amigos se van a reir para siempre si me quedo viviendo en la zona internacional del aeropuerto. Me imagino habitando en un limbo jurídico inventando mi propia república independiente. Tengo que pensar un nombre con tirón. Ya en inmigración, entendemos que es mejor que pase entre Guille y Nerea, por aquello de intentar despistar con varios pasaportes de la misma nacionalidad. Anna, una amiga con la que hemos coincidido en el avión, es la que abre fuego. En un minuto, tres policías ya le preguntan si es soltera e intentan ligar con ella, dinámica que continúan con Nerea durante su turno. Como buenos monos, se encuentran hiperexcitados con la presencia cercana de las hembras. Está claro que es mi momento. Paso, entrego, mira y sella. Dios. Estoy dentro, aunque nunca creo que llegue a saber por qué con claridad.

Sólo una hora después, bebemos unas cervezas locales y disfrutamos de la gastronomía filipina en casa de unos amigos en Parañaque. Menudas curvas para llegar.


¡Buena semana!