miércoles, 23 de septiembre de 2009

ESTO ES MÉXICO DF


18 de agosto. 19 horas. Ciudad de México. Cara de pardos es la que tenemos al cruzar la aduana. Somos abordados por lugareños ofreciéndonos transporte y alojamiento, pero esperamos para hacernos con la situación. Finalmente nos decidimos por un taxi para los siete. Los precios ya se hacen sentir: 300 pesitos no más al centro (15 euros). Acomodados en un hostal en el corazón de la ciudad bajamos a llamar a las amigas del Sr.Thompson para anunciarles nuestra llegada. No hay teléfono público en recepción.

Una amable chica nos indica dónde encontrar uno. Además nos invita a compartir su piña colada y extiende sobre nosotros un mapa de la ciudad. Al caer el sol -dice-, sólo se puede transitar por la zona azul; mientras señala apenas diez calles de una ciudad de 20 millones de habitantes. El teléfono público está -continúa- en esta misma calle, por lo que no hay el menor problema. Agradecidos salimos a su encuentro.

Gurdi,Thompson y yo. No nos separan más de 30 metros del hostal. Tras los 10 minutos que tardan tres monos en aprender como se utiliza una cabina, conseguimos contactar. En plena conversación se nos acerca un chico muy tranquilo a pedirnos unos pesos. Declinamos. En 30 segundos ya son dos chicos y una chica, ya no tan tranquilos, pidiéndonos plata cada vez con menos educación. Cerramos los puños. Hay que joderse que nos vayamos a liar a palos en 1 hora que llevamos en México. Sin tiempo de pensar, nos empiezan a gritar: "Putos guachupinessss, ¡fuera de nuestro país!", "Ya tenemos muchos como vosotros aquí!" "Ya se están volviendooo a Españaaa".

Cogemos camino al hostal, y parece que deciden dejarnos. Mientras llegamos seguimos oyendo insultos. Vaya tela. Esto si que es una bienvenida. Nos han dejado acojonadetes para unos días.

Yo creo que esta noche no salgo.

¡Un abrazo!