Hace exactamente dos años mi familia se embarcaba en el viaje más grande jamás realizado por los Picazo. Yo llevaba unos pocos meses en Japón, y como la beca que por entonces disfrutaba no me permitía salir del país salvo que fuera en circunstancias especiales (cosa que sucedió tras el horrible terremoto del 11 de marzo de 2011), todos se vinieron a pasar las primeras navidades lejos, pero que muy lejos de casa. No pudo ser menos que épico vivir unas fiestas tan especiales junto a mi familia, mostrándoles además aquel país que yo por entonces creía conocer, y del que aún no sé absolutamente nada.
Como parte de la lenta diáspora que sufre nuestro país, hace un tiempo mi hermana pequeña emigró también a Argentina para trabajar. Nada menos que se fue a instalar en Usuahia, la ciudad más austral del mundo, y que también es conocida como "El Fin del Mundo" o "Tierra de Fuego. La jugada no podía estar más clara y evidente, había que aprovechar la oportunidad para pasar unas navidades al calorcito que ofrece en esas fechas el verano del hemisferio sur, dejando de un lado este año las frías vacaciones en la nieve de Baqueira.
El único pero era que aquí la hermana Chopi y un servidor no podemos vivir más a tomar por saco. Tanto es así que, cuando empecé a mirar los billetes, me daba igual que me daba lo mismo irme por Estados Unidos y bajar hasta Argentina cruzando Centro América, que atravesar el sudeste asiático y sobrevolar África para plantarme en Buenos Aires. Me pusiera como me pusiera tenía que darle la vuelta al mundo por el lado que más me gustara. Y eso no iba a ser, desde luego, un obstáculo que no pudiera saltar.
Total, que tras las oportunas deliberaciones personales, tomé una decisión firme, y este jueves por la noche salgo desde Tokio; paro a tomar un té con pastas en Dubai, y me subo tras ello en otro avión que me dejará en Río de Janeiro. Ya en en Brasil, pasaré tres días haciendo turismo y descansando en las calientes playas de Ipanema y Copacabana, para el 23 de diciembre tomar un último vuelo hacia Buenos Aires, punto de encuentro con mi familia para pasar la Nochebuena.
Más de 20 mil kilómetros de distancia, 33 horazas en los aeropuertos, 11 horas de diferencia entre países, cambio de hemisferio y más de 30 grados de oscilación térmica entre máximas. Una paliza de esas que da gusto recibir oiga.
¡Feliz Navidad a todos!
¡Nos vemos el año que viene!