lunes, 7 de abril de 2014

CORTADOR DE JAPÓN

El gran capitán cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul. Quien no conozca el inicio de esta obra de maestra del genio Sabina no tiene excusa, pero como hoy ha salido bueno y hace solete, le perdono, y además le invito a estos cincos minutos de poesía musical española. De nada.

Probarme otras vidas. 

Ese es otro de los objetivos sin fecha de mi retiro espiritual. Ser científico puede ser apasionante y gratificante, pero no me gustaría perderme los experimentos que investigan aquellos que se dedican a otros tantos oficios. No podré decir si me gustan o menos hasta que no los haya latido por mí mismo, porque me temo que eso sería hablar por hablar. Otra vez.

En una semana de jubilado ya me he puesto el disfraz de dos de esas vidas: ayudé al gran Rubén en una fiesta de la embajada, y el pasado domingo me puse cuchillo y afilador por montera para hacer de cortador de jamón en la tienda que la marca española Desigual tiene en pleno Shibuya. Con cuchillos de la gran llanura albaceteña, no te lo pierdas.


Ahí me tenéis posando con mi amiga Tomo-chan, que casualmente trabaja en la misma tienda y con la que fue un placer trabajar. Lo hice lo mejor que pude; repartí jamón y alegría, practiqué mi pobre japonés con los niños que se acercaban y conocí a un montón de gente simpática que se sorprendían de ver ahí un manchego en medio de una tienda de moda dándole al violín sin descanso.

Por lo demás, mis primeras sensaciones de esta nueva vida son positivas, tengo que decir que estoy muy contento. Mi rutina diaria hasta que aterricen los viajeros se basa en ir a clases de japonés, después hacerme un par de horas de deporte y por las noches buscarme alguna jarana flamenca de las buenas. Y así pasan los días, y con ellos las semanas y los meses...

A colarme en el traje y la piel de los hombres que nunca seré.

¡Buena semana majos!