miércoles, 19 de octubre de 2011

MACAO, CIUDAD DE CASINOS

Chinos y más chinos practican juegos de azar en cualquier parte del planeta. Seguro que todos podemos recordar una tragaperras de un bar cualquiera asaltada por un asiático que parece hipnotizado con sus luces y colores. Parece además que son los mejores y los que más ganan. Otra vez más que se ríen del mundo.


Entre los que gustan arriesgar su imperio y los que aman hacerse con dinero fácil, no parece raro que haya surgido un oasis como este para el juego. Aunque si algo curioso que sea en las puertas de un país que, por un lado, prohíbe con sus estrictas leyes este tipo de práctica y, por otro, promueve los megacasinos en esta región administrativa de China.



Dejando la más que probada hipocresía humana de lado, Macao estuvo bajo dominio portugués hasta 1999, y en la actualidad sigue conservando el idioma portugués, junto al chino, como lengua co-oficial. Además, aunque el gobierno es designado directamente por China, el sistema legal sigue las pautas de las leyes portuguesas, lo que convierte a la zona en un limbo jurídico difícilmente explicable.



Y en medio de las discusiones entre chinos y portugueses, nos plantamos nosotros el verano pasado dispuestos a tomarle el pulso a esta ciudad dividida en zona continental (zona centro) e islas (Taipa y Coloane). Uno no puede dejar de compararla con Las Vegas, y cierto es que estéticamente no se le puede negar el parecido. Pero como ciudad concebida para el ocio y el desfase, me quedo de lejos con la gran urbe del estado de Nevada. Y es que aquello es una cosa muy loca.


No sufráis. No es un lugar donde os vayan a faltar unas buenas partidas de póker ni unas escapadas nocturnas. Por no faltar, no faltó ni el desenlace de la gran operación jabugo que comenzara allá por marzo después del gran pelotazo. Jamonazo del que dimos cuenta en la habitación del hotel, para sorpresa de sus empleados de limpieza.



¡Un abrazo!

martes, 18 de octubre de 2011

PREMIOS BITÁCORAS: ¡RECTA FINAL!

Apenas quedan unos días para que acaben las votaciones de los Premios Bitácoras 2011 a los mejores blogs de habla hispana. Pero mejor que de ahora hablemos de antes, que de ahora ya hablaremos mañana.

Así se han desarrollado los inesperados acontecimientos en estos dos meses de competición para Mejor Blog Personal:

Clasificación Parcial I: Ni aparecemos en las listas. No somos ni arena en el desierto.

Clasificación Parcial II: Tras anunciar mi candidatura, el blog aparece para mi orgullo y satisfacción en el PUESTO 19. Bien, coño, bien.

Clasificación Parcial III: La cosa se tiñe seria cuando las urnas nos dan un increíble PUESTO 4. Para ser la primera vez, pienso para mí, con un canto en los dientes te puedes dar.

Clasificación Parcial IV: Ahora si que llegan las risas fregghhcas de verdad, ya que ¡vamos LÍDERES!. Que si señora, que estamos en el PUESTO 1.

Clasificación Parcial V (ayer): Perdemos una posición, pero seguimos luchando con fuerza en el PUESTO 2. ¡Vamos copón!

¿Qué quiere decir todo esto?

En estos momentos somos finalistas (sólo los tres primeros), y estaríamos en la Gran Entrega de Premios del 11 de noviembre en Madrid. Y además, que la gente viene apretando y que hay que estar más fuertes que ellos, no nos queda otra. Quedan sólo 12 días para votar, así que comparte esta entrada en tu facebook o twitter, coméntalo con tus compañeros de curro y con tu prima Eugenia o cuéntaselo a esa vecina que todo lo casca por la escalera. ¡Pero este tiene que ser nuestro año!

¿Cómo se puede votar?

1-Pinchar en la siguiente imagen:

Votar en los Premios Bitacoras.com

2- Entrar vía facebook o twitter, o directamente haciendo el registro en la web de Bitácoras. Os pedirá que os pongáis un nombre de usuario, creáis la cuenta y os lleva a la página de votaciones.

3. Una vez introducida la palabra de seguridad, le dáis al botón de VOTAR.

¡Yes We Can!

domingo, 16 de octubre de 2011

VUELVO MAÑANA

Estoy yo más nervioso que ella cuando se dirije hacia mí por el interminable pasillo que conduce a la entrada. No es el primer día que la recojo en la guardería, pero no puedo evitar esa preocupación de saber si hoy me sonreirá de nuevo tras reconocer que es su tío Chiqui quien la espera. Intento convencerme de que es lo lógico, porque nos estamos conociendo, y eso siempre entraña ciertas inseguridades. Su inocencia lo hace todo más sencillo, sacudiendo con firmeza los absurdos argumentos de mi experiencia. Ahí llega, avanzando con sus diminutos pasos, con su enorme sonrisa en la cara. Otro día que no me falla.


Belencica.- Hola tío Chiqui, ¿me pones la Carmela? Desde que le puse esa canción en el coche, cada vez que me ve me pregunta por ella. La debemos haber oído unas setecientas veces. Y ella tan contenta.

Yo.- Ahora mismo la ponemos en el coche, no te preocupes bonica.

Belencica.- ¿Me dejas el móvil? Segunda pregunta de obligado cumplimiento. Le encanta jugar con el iPhone. Pero hay algo que me impresiona: si se lo dejo bien, pero si no, no pasa nada, se queda tan conforme si decido que tiene que ser más tarde.


Este mes de vacaciones en España tenía amplios objetivos marcados. El principal, era recibir a la nueva sobrina Llanos, cosa que hicimos por todo lo alto el pasado 29 de septiembre con gran alegría. El escondido, era hacerle ver a mi sobrina mayor que su tío no tiene sólo las dos dimensiones que le muestra la pantalla del ordenador de su padre. Era momento de consolidar imágenes y crear un vínculo que me gustaría sea imborrable; algo que se pudiera convertir en uno de esos primeros recuerdos conscientes. Con dos años y medio se encuentra en un estado de absorción de información brutal. Y eso, para alguien que vive tan lejos como yo, es un gustazo verlo.


Hoy es el último día, aunque ella no lo llega a comprender del todo. Mejor así, esa ignorancia parece permitirle disfrutar más que a mí de esta última vez. Seguimos nuestro ritual a pies juntillas. Cantamos y bailamos La Carmela de camino a casa. Como otro día cualquiera, como si fuera la primera. Al llegar, intento de nuevo hablarle de lo que toca:

Yo.- Belén, que mañana me voy a Japón, que acuérdate que es un sitio que está muy muy muuuuuuuuuy lejos. Y que vamos a estar mucho tiempo sin vernos otra vez.

Belencica.- (se queda pensativa unos segundos hasta que responde) Mañana te vas a Japón pero mañana vienes otra vez, ¿vale?

Yo.- Vale pequeña.

Belencica.- No soy pequeña, soy grande.