miércoles, 26 de octubre de 2011

ESPAÑA-JAPÓN: 24 HORAS

Un día completo de viaje. Eso es lo que deberás invertir para alcanzar la distancia que separa mis dos países. No todo el tiempo volando claro, no desde todas las ciudades españolas el mismo tiempo exacto, pero os hablo de mi experiencia personal de puerta a puerta. En este caso, desde la casa de mis padres en Albacete, hasta mi nuevo hogar en Tokio. No todo tiene que ser tan malo como pinta. Intenta pensar en positivo: en un solo día podrás desayunar unas buenas tostadas con café en España, almorzar pasta en Italia y cenar sushi del fresco en Japón. Una experiencia que pondrá a prueba tu paciencia e imaginación. Un palizón demoniaco que te dejará hecho una piltrafa.

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lunes, 24 de octubre de 2011

METIDO EN HARINA

Había llevado pan casero porque Anna me lo pidió encarecidamente. Al fin y al cabo, se iba a ir pronto de Japón, y lo último que le hacía falta era otro trasto viejo con el que cargar. En su fiesta de cumpleaños habrían como unas veinte personas entre residentes e invitados. Todos disfrutando al tiempo de cervezas y palabras compartidas, y en compañía de fondo de una pseudopaella de la que sólo los guiris daban buena cuenta. Aquello era una reunión de humanos en toda regla.

No negaré que me sentí orgulloso de que la gente apreciara el sabor de mi pan en voz alta. Seguramente porque mi corazón calculó de cabeza que le había salido rentable el tiempo y la ilusión invertidos. Sea como fuere, unos y otros vinieron a felicitarme o a darme las gracias por la vianda. Sin embargo, fue Kazuko la que más curiosidades tenía. Quería saber más sobre la receta, el origen u otros detalles por los que estuvo preguntándome largo rato.

De ella recibí un correo algunos días más tarde. Después de leerlo un par de veces pares, me percaté de que me quería contar que estaba implicada en la elaboración de una publicación sobre panes del mundo. Y me proponía que fuera yo quien escribiera sobre el pan en España. Atiende Kazuko. Después de advertirle repetidamente de que no soy ningún experto, me replicó diciendo que no querían recetas, sino que contara algo personal sobre cómo es el consumo de pan en los hogares españoles y cómo lo había vivido yo en casa desde niño. Ea, pues así sí. Acepté encantado, aunque sin saber cómo saldría la cosa. Yo lo escribiría en inglés y ella lo traduciría a nipón. Y encima iban a pagarme por ello.

Algunas semanas después, el resultado llegó en un sobre certificado.



¡Un abrazo y buena semana!