domingo, 27 de abril de 2014

CARTAS DESDE TAILANDIA



Hace tan sólo seis días que llegué al aeropuerto de Phuket directamente desde Tokio, pero parece que la densidad con la que estoy viviendo este viaje no me ha dado un respiro hasta este mismo instante. Ahora, tumbado en mi cama improvisada en el pequeño pueblo de Khao Lak, con música tranquila de fondo, parece que se antoja hasta sencillo hacer balance de estos primeros momentos de aventura. Estos parones son vitales para fortalecer la marcha.

Aunque mi viaje estaba diseñado en solitario en sus comienzos, la realidad se encargó de recordarme por mensaje que los planes están para cambiarlos, y que los giros en ruta son de un vértigo que encandila. En la increíble casa del Tío Gurdi me he sentido como en la mía propia, compartiendo momentos y vidas nuevas con gente variopinta que te obliga a desenfocar tus puntos de vista para adaptarlos a la luz con las que ellos enfocan los suyos. Nunca dejes de conocer a personas que piensan diferente, tienen mucho más que mostrarte que las que te dan la razón sin cuestionarte.


Total que estos días pasaron muy a gustico entre baños, playas, cervezas, comida tailandesa y salidas nocturnas que se hacían de día sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo. Viajar así; despacico, hace que entres en un estado de relajación en el que las cosas normales poco importan, y la preocupación más importante del día suele ser la terrible decisión sobre dónde se cena esta noche. Por cierto que hoy aún no lo tenemos claro, y ya son las tres y sereno. Hay que ponerse las pilas señora.



Por supuesto cuando uno llega a Tailandia lo primero que tiene que hacer es alquilarse una moto. No hay mejor y más económica forma de moverse. Las reglas y el sentido común las pones tú (si es que lo tienes), lo que considero uno de los grandes placeres del país. Normalmente no hay contratos que firmar, ni fianzas que dejar, ni niveles de gasolina que medir. Fantástico.

En la zona de Rawai, en el sur de Phuket, es donde ha sucedido todo lo que os cuento líneas arriba. Mucho y poco mientras esperaba una de las sorpresas que me deparaba este viaje. Y es que con unas amigas que conocí en España (Aída y María), que son unas vividoras empedernidas y que están de vuelta al mundo, convenimos unir nuestras sendas por unos días para hacer el camino juntos, que siempre será más fácil y divertido hacerlo entre unos cuantos. ¿O no?


Hoy ya contamos historias comunes camino al norte, concretamente en Khao Lak, desde donde mañana partiremos a descubrir el parque nacional de las Islas Similan, un lugar con playas paradisíacas, protegido con mimo para que todos podamos disfrutarlo durante muchos años, y sin discusión el mejor lugar de Tailanda para disfrutar del deporte del buceo. 




Mañana a las siete de la mañana sale el barco de puerto, así que aún estás a tiempo de subir a bordo con nosotros si te hace el plan. Si llegas tarde no te rayes, nos encuentras fijo bajo el agua brindando con medusas y corales a media tarde. No te digo más, que luego quieres saber demasiado.

¡Buena semana a tod@s majetes!