Este no es un lunes cualquiera. Y son varios los motivos. En primer lugar, y aunque supongo que ya os habrá resultado evidente, porque estreno diseño del blog y dominio propio (a partir de ahora seré conocido como
www.tiochiqui.com). Todo ello gracias al trabajo de
Andrés Jarit, al que llevo dando por saco toda la semana para que todo quedara como yo lo tenía en mi cabeza.
¡No olvidéis actualizar vuestros feeds majos!
Para continuar, porque quería contar hoy cómo fue
el pisto de la Feria de Abril que organizamos la semana pasada en
Tokio. No ha podido ser antes porque la resaca de la fiesta vino con marejada. Trabajamos muy mucho y además había que procesar las cientos de fotos y reflexionar bien sobre lo allí acontecido. Así lo hemos hecho; tanto tanto, que hemos decidido que hoy lo compartiríamos con vosotros todos juntos. Por lo tanto, éste no es más que el 25% de un gran
post que hoy voy a publicar conjuntamente con
Oskar,
Guillermo y
Flapy. A ver si encontráis tres patas para un banco como esas. Ya me contáis ya.

Las ocho de la mañana y el sol ya se dejaba sentir desde hacía un buen rato en Tokio. Mi misión consistía en recoger a todos los integrantes de la organización casa por casa; y por tutatis que eso hice. Debíamos estar a las once para abrir el bar y comenzar a prepararlo todo. Os mentiría si os digo que dormimos plácidamente. Entre que la compra del día anterior acabó tarde, que quedaban platos pendientes por ser cocinados y los nervios lógicos del asunto, seguro que ninguno de los cuatro cerró el ojo más de dos o tres horas. Poco importaba todo eso en aquel momento: estábamos ilusionados y activos hasta la médula.
Se acercaba peligrosamente la hora del encendido del alumbrado...
Nanami, que cuidó de la puerta de forma magistral
A partir de las doce del mediodía la gente fue llegando poco a poco. Al principio familias con niños principalmente, y es que el día había amanecido soleado y primaveral, y qué mejor manera que pasarlo que yendo a una caseta del recinto ferial de Sevilla. La fiesta se calentaba a fuego lento, y las primeras tapas y bebidas salían ya de cocina cantadas en un micrófono por Guille y Germán, que se pegaron una soberana paliza a cocinar ese día. Tortilla, croquetas, pollo al ajillo, ensaladilla rusa, torrijas, queso manchego, jamón ibérico...




Bien comidos y bebidos, los asistentes entendieron que no era suficiente, que había que pedir más. Y es que les habíamos prometido también flamenco del bueno, por lo que había llegado la hora de que
el gran Niño Cagao se pusiera a la sala por montera y demostrara por qué jamás le faltará trabajo en este país. Alegría, salero, gracia, desparpajo, bondad infinita. De todo eso este señor tiene por arrobas. No se me ocurre alguien mejor para animar cualquier sarao que se precie. Mil gracias de nuevo
Chema, te vamos a echar muchísimo de menos.




Hasta tuvimos actuaciones de flamenco fusión con piano y saxo en directo, no os digo más. Y como no podía ser de otra forma, tras unas horas de buen cante y buen bebercio, llegó el esperado free style. Era el momento de que los genios se hicieran visibles, de que los cracks salieran de la cueva, de que los allí presentes sacaran su lado flamenco a pasear y nos mostraran la gracia andaluza. Luego, cuando algún gurú experto en oriente os cuente que los japoneses son unos secos y unos samugazos, vais y le hacéis caso.
Un día absolutamente redondo, donde fuimos capaces de darle de comer y de beber a casi 250 personas. Donde bailamos, donde nos reímos y, donde si los hubo, no recuerdo un solo problema. Y de todo eso la culpa es casi toda vuestra, que allí estuvisteis con el buen rollo por bandera como siempre, disfrutando de una cultura diferente, de unas tradiciones que no son las vuestras, pero que por algún motivo os laten tan fuerte dentro de cada uno de vosotros. ¡Muchas gracias!
Y gracias a
Germán,
Oskar,
Manuela,
Namami, Sato-san, Akane y
Guille por trabajar como bestias sin protestar ni una vez en todo el día. Gracias a
Chema,
Akari,
Alicia,
Isami y
Ryu por hacer del escenario una fiesta durante diez horas. Y por último gracias a
Jamones Nico,
Marquesado de Hita y
Bodegas Latúe, que se embarcaron a ciegas en este proyecto con nosotros, ayudándonos a conseguir la calidad que nos habíamos propuesto alcanzar.
¡Un abrazo enorme a todos!