Subo por la escalerilla de los últimos. Siempre lo hago porque no me gusta hacer cola. Yo lo veo absurdo, no lo entiendo. Pero allá del que quiera estar cuarenta minutos de pie esperando a embarcar. La gente tiene prisa por llegar. ¿A dónde?. La mayoría ni lo sabe. Son como un perro que corre detrás un coche como loco, simplemente no sabría que hacer si el coche de repente se detuviera.
Espero paciente a que la señora abronque a su marido mientras tapona el pasillo. Le sobran los motivos. Encuentro al fin un hueco para mi maleta. Pido paso y apoyo el culo en el asiento del centro. Un chico de unos treinta a mi diestra, enfrascado en su lectura, y una chica más joven con la mirada perdida, a mi izquierda. Se llama Cristina. Aunque algunos no tuvieran suficiente fe al final nos hemos sentado todos.
Repaso un artículo científico intentando matar el tiempo. Pero me entero de que ya me puedo quitar el cinturón y decido que ya está bien de trabajar. Me pongo a ver un episodio de "Perdidos" (muchacho qué vicio). Cristina mira sin disimulo así que le ofrezco compartir los cascos. Se pone roja y declina mi invitación disculpándose. Sólo llevamos media hora volando pero nos ponemos a hablar como si nos conociéramos de hace tiempo. Lo que cuesta a veces mantener conversaciones de ascensor y lo sencillo que resulta cuando conectas con alguien.
Va a visitar a su novio que está de Erasmus en Milán. Empiezo a rayarla con mis reflexiones sobre las relaciones humanas. Me gusta hacer pensar a la gente sobre teorías apocalípticas. No lo puedo evitar. Me cuenta historias por las que ya he pasado y vuelto a pasar. Charlamos todo el viaje como si fuéramos amigos y yo tengo que pedirle varias veces que baje la voz porque grita como una loca sin importarle de lo que vaya la conversación. Bendita inocencia.
Recogemos la maleta y nos deseamos suerte. Estoy en Italia y los Alpes me esperan.
Pensaba que tendría que esperar a llegar allí para empezar a disfrutar.
¡Un abrazo!
sábado, 28 de febrero de 2009
martes, 24 de febrero de 2009
TITO CHIQUI
Más explícito no se puede ser. La semana pasada mi cuñada y mi hermanico Luis tuvieron una niña aprovechando mi ausencia por motivos, como sabéis, estrictamente laborales. Bueno, mi hermano más que tenerlo estuvo en el parto con cara de palomo. Pero es un detalle intentar ayudar.
La nueva lectora de este blog se llama Belén y pesó casi tres kilos al nacer. Es más bonica que nada y se porta genial. Hay que decir que en este caso los genes le han ayudado. Sin duda. Ni llora ni se queja ni protesta. Salvo cuando la cogí yo en brazos. Maldita sea. Son capaces de oler el miedo a trescientos metros.
Otra Picazo rondando por el planeta.
El encuentro fue el lunes pasado. No sabía ni de qué manera cogerla. Es que es tan pequeña que me daba palo por si se me caía o algo. Así que lo hice sentado para evitar percances. Y bien. Bien.
Es curioso descubrirse tío por primera vez. Qué cosas. Mis sentimientos de aquellos momentos los dejo en mi cajón. Con las otras cosas. Por cierto que debería darle un repaso un día de estos.
¿Soy o no un padrazo?
¡Un abrazo!
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