martes, 23 de junio de 2015

VOLVER


Los que vivimos en Japón nos topamos cíclicamente con una noticia que, llenándonos de orgullo y satisfacción momentánea, nos acaba siempre por defraudar como un fugaz y frustrado amor de verano.  Me refiero, en este caso, al anuncio del añorado vuelo directo que una por fin nuestros dos países, y que nos haría sin duda que volver a casa fuera más cómodo y accesible.

Actualmente la única opción de llegar a Tokio u Osaka es hacer escala. Las opciones de vuelos son, eso sí, variadas en cuanto a localización, precio, horarios y calidad. Lo más corto es sin duda hacer la parada en Europa, pero es evidente que las compañías aéreas del viejo continente cada vez convencen menos con sus servicios, y muchas veces es preferible aceptar unas pocas horas más de trayecto para disfrutar de empresas como Emirates o Qatar Airways, que hacen el mismo trayecto haciendo escala en los aeropuertos de Dubai y Doha respectivamente. Si lo que nos interesa es el precio, depende de la época del año encontraremos opciones para volar de unos u otros, pero las que suelen tener las tarifas más económicas durante todo el año suelen ser la rusa Aeroflot o la asiática Air China. Allá cada cual con sus gustos y exigencias.

Y es que volver a casa nos es una necesidad vital. No    lo    es. Pero sí es una obligación emocional que nos mantiene unidos a nuestras raíces, a los pueblos que sentimos muy dentro, y de los que decidimos irnos un día ya lejano por aquellas caprichosas circunstancias de la vida. Yo me fui porque quise, lo admito y no tengo queja, pero retomar el contacto físico con los míos me hace falta cada cierto espacio de tiempo. Y es algo que se repite una y otra vez, y que no te deja dormir tranquilo hasta que no haces cuentas con los que te quieren y les pagas con creces hasta el último abrazo que les dejaste a deber.

Esta mañana he vuelto a ilusionarme leyendo lo que muchas otras veces tuve que leer en esta noticia. Parece que debemos ser más optimistas en esta ocasión, ya que Aena está ya sentada a la mesa con varias compañías aéreas discutiendo la posibilidad de hacer realidad el vuelo Madrid-Tokio, y lo que es más importante, conseguir que estos sea posible durante este 2015 con una frecuencia de al menos tres vuelos semanales en cada sentido.



Sólo el tiempo nos dirá si finalmente fragua este proyecto que, a buen seguro, dará un impulso tanto  a las relaciones entre ambos países como al turismo de uno y otro lado. A nosotros, a unos pocos irreductibles que resistimos en la aldea nipona, nos acercarán un pasito más a nuestra tierra; esa tierra que a veces necesitamos sentir bajo nuestros pies para poder seguir caminando por el mundo.