miércoles, 8 de febrero de 2012

TRESCIENTOS




Diseño:
Andrés Jarit

lunes, 6 de febrero de 2012

RESTAURANTE QUIQUE DACOSTA

Fue aquí y no en otro sitio donde se gestó el próximo viaje Albacete-Japón Express. Un lugar especial elegido con mimo para olvidar los sinsabores que nos había dejado la edición de 2010. Así, el pasado septiembre los tres monos presentamos nuestros respetos a las costas alicantinas para degustar el placer de la amistad juntos. De la amistad y del espectacular Menú Sale el Sol del cocinero extremeño Quique Dacosta. Este año la Guía Michelín le volvió a conceder las dos estrellas que ya disfrutó el año pasado, por lo que le tocará seguir en el papel de eterno candidato para la tercera durante toda esta temporada, aunque según lo veo, es mera cuestión de tiempo. No podía entonces dejar de ser uno de los Restaurantes del Tío Chiqui. Vamos a ver qué nos ofrece.



Después de algún imprevisto llegamos al local pasadas las dos y media de la tarde. Como no llevábamos prisa nos decidimos por el menú más largo que ofrecían (derecha). Me mpresionó de primeras la sencillez en el nombre de los platos y los guiños a la gastronomía japonesa en algunos de ellos. La primera parte consistía en un sorprendente aperitivo servido en la terraza para ir abriendo boca.



Acompañados de una buena cerveza comenzamos con el baile de aperitivos, muchos de ellos preparados con productos recolectados en la zona. Sencillez salteada con cuidada elaboración para conseguir sorprender con los sabores. De la siguiente tanda me quedo con el té y el caracol, el resto bien pero sin excesos. Curiosa la tremenda dulzura de la Stevia rebaudiana. Ya estaban jugando con nuestros sentidos y aún no habíamos hecho más que empezar.


Te frío, achicoria e hibiscus


Raïm de Pastor encurtido / Stevia rebaudiana / Kalanchoe y aceite


Albahaca Canela


Caracol


Tortilla de nori


Aceite de avellana / Huevas de Kumquat

Este buen comienzo nos llevó con la moral alta hacia el salón-comedor, donde cabría destacar la simplicidad y buen gusto en la decoración. Mesas blancas sin mantel e interminable carta de vinos escrita a mano. Era momento de dejarnos de bromas y empezar con los platos de verdad. En esta primera escena del acto principal tengo que decantarme sin titubear por el aguacate y las chufas. Impresionante el sabor del primero y sobre todo la textura y delicadeza del segundo: una crema de horchata con un inesperado bombón helado de foie y trufa blanca. A Nicanor los guisantes le trajeron buenos recuerdos de su infancia isleña.


Mesa de salazones


Papel de salvado de cereales / Cebolletas frescas encurtidas


Higo


Rompepiedra: lomo de caballa con el toque picante de la hoja


Tomate (rojo en el interior) /Guisantes


Chufas

Con un buen ritmo y excelentes transiciones íbamos a zambullirnos de lleno en el mundo marino. Qué menos estando en zona de puerto y con un pescado tan rico como abunda en esta zona del Mediterráneo. Si os gusta la gamba roja, quedaréis encantados con la propuesta que aquí nos ofrecen; una forma original de aprovechar su increíble potencial en cocina. Esta fue sin embargo la tanda de platos que me dejó más indiferente de las presentadas.


Ostra


Gamba Roja de Denia


Rocío /Suquet de algas


Salmonete

Cambio de tercio en este instante acompañando el sonido de la trompeta con dos platos ligeros de remolacha y almendra, éste último no pude probarlo porque llevaba ajo crudo, al que soy intolerante. Tras ello vendría una creación llena de ingenio (¿Qué fue primero?) con una presentación muy llamativa pero decepcionante en boca. Poco duraría este puntual traspiés, porque en esta tanda, la mejor en mi opinión, probamos un arroz en cenizas genial y un caldo de carnes servido junto al tuétano para quitarse el sombrero.


Almendras / Remolacha


¿Qué fue primero?


Tuétano


Cenizas

A esta última parte llegué con el espacio más que justo para darle cabida a los postres. No hubiera hecho demasiada falta, ya que fueron lo más flojo del día y, sinceramente, esperaba mucho más. Se me quedaría mejor sabor de boca cuando nos sirvieron, ya en la terraza de nuevo, un moscatel Casta Diva para acompañar una tapa de caviar de chocolate Paco Torreblanca y un café selección QDR. Perfecta guinda para tamaño desfile de sabores.


Té Matcha /Coco / Miel de Azahar


Moscatel y Caviar de Chocolate


Café

El último sorbo de café nos marcaba con precisión las ocho de la tarde, buena hora para ir preparándonos para la cena. Fueron treinta platos y cinco horas y media de ejercitar los sentidos, de oler y escuchar, de engañar a la vista con colores y texturas, de excitar y relajar las papilas. Para mí una experiencia simplemente genial que considero altamente recomendable para quien le guste este tipo de cocina, que tiene ciertos tintes de investigación y arte escénico.

Le tengo que conceder sin dudarlo las 3 estrellas del Tío Chiqui, aunque la tercera no es más que el preludio de lo que el muñeco de Michelín hará el año que entra. El inevitable precio del menú: 145 euros (no incluye bebida ni IVA), aunque existen algunas opciones más económicas.

Desde luego nosotros lo disfrutamos como niños y pasé uno de los mejores días de 2011 junto a Joel y Nica. Un lujo que nos debíamos a nosotros mismos y con el que conseguimos cerrar viejas heridas y abrir nuevos caminos que recorrer muy muy pronto.

¡Un abrazo!


domingo, 5 de febrero de 2012

RUTA 66, VIAJE A ESTADOS UNIDOS

Desde luego que hay formas más rápidas y seguras de llegar a Las Vegas, pero lo que no estaba en nuestros planes era perdernos la oportunidad de descubrir los encantos de una de las carreteras con más historia del mundo. Desde 1926 esta ruta, de casi cuatro mil kilómetros, se encargó de llevar americanos de este a oeste del continente. Originalmente transcurría desde Chicago a Los Ángeles, aunque durante su larga vida sufrió diversos cambios y modificaciones. En 1985 fue cruelmente jubilada de los mapas oficiales del estado, pero lo que no sabían esos engreidos burócratas era que nadie podría acabar con ella. Hoy aún se mantiene operativa y orgullosa, aunque su estado invita a disfrutarla con precaución.

Aunque la parte que teníamos pensado recorrer era de sólo unos 300 kilómetros, nos levantamos temprano para poder hacerlo sin prisa, saboreando cada momento. Todo estaba listo para tal ocasión: camisas hawainas, gafas de sol y Mustang descapotable repleto de gasolina. Ya sólo debíamos alcanzar los grandes casinos de Las Vegas desde San Diego atravesando el desierto de Mojave, una árida extensión de 57.000 km2 que ocupa parte de los estados de Utah, Nevada, Arizona y California.

No tardaríamos en darnos cuenta de que habíamos acertado de pleno: una carretera infinita que se perdía en el horizonte cruzando el gran desierto, y todo ello con el placer de no encontrarnos con más de una veintena de coches en siete horas de viaje. Obligatorio fue el descanso en el mítico Bagdad Cafe para comer una genuina hamburguesa, beber una budweiser bien fresca y pinchar un rock en su vieja máquina de discos. A partir de ahí, paradas y más paradas, trompos en la arena, fotos e historias que quedarán para el recuerdo.




¡Un abrazo!