miércoles, 8 de enero de 2014

2014

Os escribo aún desde las tenebrosas tinieblas del jet lag, ese invisible enemigo al que, al menos yo, no logro doblegar ni lo más mínimo. Una y otra vez se presenta de la misma manera; puntual, tedioso y molesto, haciendo que durante dos o tres jornadas no pueda ser ni una sombra de mí mismo. Ya que son escasas las horas que me quedan a su lado, voy a aprovechar para salir simultáneamente de este molesto desfase horario y del año que dejamos atrás (que también cuesta lo suyo). Al fin y al cabo es algo que antes o después todos debemos que hacer. El 2013 se ha terminado.

Aeropuerto de Narita, Japón

Estas vacaciones en España han servido para recargar la despensa emocional de momentos familiares, de recuerdos de vidas pasadas, de alegrías compartidas con amigos a los que ahora veo de uvas a peras, pero con los que nada cambia pese al paso del tiempo y lo poco que conseguimos vernos. Cada uno ha cogido su camino, pero todos parecen estar bien. Parecen        estar        bien.

Cada vez se hace más raro volver.

Porque la que creías tu casa lo es menos cuanto más tiempo llevas viviendo en tu nuevo hogar. Nada cambia allí de donde vengo, me encuentro todo tal cual lo dejé en mi última visita, pero yo ya no soy el mismo que se fue. Ese es el problema. Si es que eso es un problema para alguien. Tengo la impresión de que ya no podría volver aunque quisiera, o al menos no de la misma forma.




Atardecer en Albacete, España

Es hora de verse las caras con el nuevo año. Como es ya habitual, propósitos imposibles, proyectos eternos y sueños (y los sueños, sueños son) inundan nuestros pensamientos durante estos primeros días de Enero. Hay que tener cuidado, porque si no lo evitamos, todas esas fantásticas ideas se esfumarán tan rápido como vinieron para no volver hasta que se dejen ver las primeras luces de 2015. Y en esas estamos en estos momentos.

En intentar no dormirme para conseguir que 2014 traiga una cosecha diferente y prolífica a partes iguales. Un año que venga lleno de viajes, de aventuras, de cambios que me permitan ilusionarme y emprender nuevos caminos que tan difícil son de tomar. Por el momento voy a ordenar y desempaquetar planes, que los tengo todos apilados en cajas viejas de supermercado.

Y veremos a ver de qué soy capaz en estos próximos meses.

Jameos del Agua en Lanzarote, España

¡Feliz 2014!