martes, 27 de agosto de 2013

LA FERIA DE ALBACETE EN JAPÓN

Treinta y dos años seguidos. Treinta y dos. Treinta y dos ferias ni más ni menos sin faltar a la manchega cita del 7 de septiembre. La Feria de Albacete, qué cosa oye. Uno va allí durante diez días seguidos, se planta en el paseo (que no es más que el mango de una sartén muy grande) sobre la hora de comer, y se dirige con paso firme y decidido hacia la Puerta de Hierros como si llevara prisa. Por el camino, es más que probable que debamos recoger a algún amiguete rezagado con el que previamente habremos quedado en El Pincho, que básicamente es un palitroque enorme donde queda todo quisqui, por lo que hay más gente que en Hachiko en Shibuya. Pero sin los modernillos de medio pelo que rodean al pobre perro cada día.

De ahí nos vamos atravesando el umbral de las puertas hacia los redondeles. De paso, pero sólo si nos viene de paso, echaremos un rápido vistazo a derechas para ver a la patrona de la ciudad, la Virgen de Los Llanos. Que ya habrá tiempo de visitarla con calma en otro momento. O por lo menos eso dijimos en 1994; y aún no hemos sacado un rato para pasarnos por allí. Este año sin falta. Pero vamos a lo que vamos que nos perdemos y se nos hace tarde: tenemos que elegir un sitio para beber algo y tomarnos unas tapas. Es importante que elijamos un sitio jodido, muy estrecho, que huela a gambas cocidas baratas, donde pongan platos y vasos de plástico y, lo que es más importante, en el que encontremos una carta plastificada con muchas faltas de ortografía. Si son graves mucho mejor, eso es que habremos dado con el lugar ideal. Este es el esperado momento en el que, gafas de sol en ristre (aunque no te gusten te las tienes que poner), pediremos cerveza como para una boda y cuatro platos llenos de cerdo para cubrir el expediente. Esto es así.

Tras tamaño homenaje gastronómico nos moveremos hacia la zona central del recinto ferial, el mismísimo corazón de la sartén, donde se nos obliga por decreto albaceteño a tomarnos una sidra (que no le gusta a nadie pero es absolutamente necesaria) y unos Miguelitos; postre de hojaldre con crema pastelera típico de Albacete que es un lujo para el paladar. Los buenos son los de la pastelería La Moderna, no te creas las sandeces que dice el cuñao listo de siempre de que hay un sitio nuevo donde los hacen mejores, que se lo ha dicho a él un primo por parte de madre. Ni tampoco se te ocurra pedirlos de chocolate o de wasabi, o podrías ser inmediatamente desterrado de los dominios manchegos bajo amenaza de castigo mayor. Un Miguelito es lo que es y punto. Pijo. No es menos importante el café con el que debemos acompañar sidra y Miguelito. Encontrarás varios puestos donde te lo servirán en un pequeño vaso de plástico como llevan haciendo toda la vida. Es aquí donde podrás reconocer a los albaceteños de raza, a los puros de corazón. Un albaceteño de los buenos no paga jamás por ese café, ya que tendrá en su poder 25 tickets gratuitos de los que habitualmente utiliza 3, pero el muy  púa se guarda los otros 22. Por si le hacen falta luego, por si ocurre, te dicen. Verás sin embargo a valencianos, madrileños y murcianos malgastando sus euros en cortados y capuchinos. Criaturicas. Qué les queda aún por aprender.

Se nos han hecho las cinco de la tarde, y a esa hora tocan diana en las casetas y en la Plaza Talabarteros. No hay nada que hacer allí que no sea tomar mojitos como si no fuera a salir el sol mañana. Y he dicho mojitos sí, que hayas oído lo que hayas oído, no es una bebida que tenga que ver con los países caribeños (nada más lejos), sino que nació y creció en un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme. Y esto lo sabe todo el mundo. A estas alturas, y ya yendo un poco finos filipinos como vamos, es la hora de darle un gusto al cuerpo con frutas y verduras de la popular huerta manchega. Esta vez localizaremos los bares propios para ello siguiendo el rastro de olor a morcilla y aceite refrito de tres días. El primer día es posible que te emociones con los recuerdos del último bocata de chorizo, huevo, pimiento y huevo frito. Aparta esas lágrimas de cobarde de tu cara y atrévete a ponerle esta vez guarra y mayonesa como ingredientes extra. Este bocado exquisito es necesario comerlo de pie (si puede ser en un lugar de paso atestado de gente mejor), con un bote de cerveza que ya no te entra y manchándote todo lo posible las manos. No hay que preocuparse demasiado por si el precio que has pagado lo merece o no. Como dice mi padre, la feria está para que lo engañen a uno.

Con la satisfacción del deber cumplido, y con las arterias pidiendo un poco de aire fresco, es hora de encaminarse hacia las casetas de nuevo, donde nos espera una noche de bailoteos, de sonrisas, de conversaciones que se repiten, de reencuentros con aquellos que ya sólo vuelven a la ciudad para las fiestas. No pierdas el tiempo mirando el reloj, será el sol el que nos diga cuando es el momento de regresar a casa. A estas horas de la mañana es un placer pasear por "el mango de la sartén" por el que vinimos hace ya muchas horas. Porque está casi desierto, porque sólo quedamos sinvergüenzas y trabajadores de la limpieza, porque parece el momento en el que el paseo aprovecha para descansar antes de comenzar una nueva y dura jornada. Mañana habrá más, sólo tienes que empezar a leer desde el principio para saber lo que nos espera.

Este año para mí no habrá quedadas en el pincho, ni paseo, ni plaza Talabarteros. Pero yo no me quedo sin la feria, de ninguna manera. Este año en Tokio se iluminarán las Puerta de Hierros el 7 de septiembre. Y habrá mojitos y cañas, y olerá a gambas y a refrito, y nos pondremos gafas de sol y pañuelos, y, si todo va bien, sonarán machegas de fondo para que podamos a explicar a quien quiera escucharnos lo que es la Feria de Albacete. El Lorco, Germán, Oskar y el que escribe prometemos darlo todo por la causa manchega.

Porque aunque sea desde tanta distancia (mira que está lejos Japón), y como pasa siempre cuando llega finales de agosto en Albacete, en Tokio también huele ya a feria.




¡VIVA LA FERIA DE ALBACETE!


*Millones de gracias a las empresas Marquesado de Hita y Gintonería Sabya por el apoyo y la ayuda ofrecida.