jueves, 25 de noviembre de 2010

TODO TIENE UN PORQUÉ

Y es que las ideas no me paran quietas en la cabeza. Desde mi conversación con Guille y Oskar en el parque de Odaiba, aquel pensamiento no me dejaba parar tranquilo. Cuando empiezo a organizar un nuevo proyecto, me gusta hacerlo todo lo bien y rápido que me permiten mis aptitudes. Es un infierno personal que me persigue desde siempre, e intento canalizarlo de una forma positiva.

Convalidar mi permiso de conducir español, ver como está el mercado y si surge una buena oportunidad, lanzarse a por ella. Y surgió. Un extravagante australiano, dueño de una empresa itinerante, disponía de tres vehículos a buen precio. Era evidente, hasta para mí, que se intuía sospechoso. Pero dos cosas pesaban más. Una, que hablando con él me pareció buena persona y dos, que es tan barato que si no sale bien, más se perdió en Vietnam.

Total, que dos más dos, tengo moto nueva.



Falcon Jaxin de 125cc, una marca coreana que no conoce ni el tato. Vivir lejos será ahora menos problema y podré conocer mi barrio como dios manda. Lo de conducir en el lado contrario al nuestro es bastante sencillo y además, aquí los coches van despacio y respetan muchísimo. Tranquila madre.






¡Buen fin de semana!

martes, 23 de noviembre de 2010

NO PARO DE EQUIVOCARME

Las instrucciones del Doctor Lorco no podían ser más precisas. Documentos acreditativos, fotografías y traducción jurada de mi anterior permiso. Entrada y salida en diez minutos. Sólo existe una puerta para escapar de esa ratonera y está al final del edificio. Nunca pares, no mires atrás. Mucha suerte.

Espero mi turno con todo listo. "Picasso-saaaan", gritan desde una ventanilla. La comunicación entre mamíferos se vuelve abstracta durante algunos momentos, aunque finalmente consigo explicarme. O eso creo. Deseo convalidar mi permiso de conducción, por favor. Firme aquí. Léase las condiciones. Miro la hoja, sólo veo cientos de símbolos ininteligibles bailando una danza otomana ante mí. Estoy de acuerdo con todo. "Espere". Espero. "Picasso-saaaan". Dígame señora. "Con estos papeles tiene que ir allí (me señala a un señor) y hacerse las pertinentes pruebas oculares. Después diríjase al tercer piso, aula 6F". Vista de lince, he pasado la primera puerta con evidente facilidad. Esto va muy bien.

Aula 6F. Entro. Doscientos japoneses, ordenados en pupitres, aguardan en silencio. O mucho me equivoco o esto apesta a examen. Dios mío. Entrego mis papeles al que hace las veces de profesor y con gestos me indica que me siente en una de las mesas. Luego descubro que mi fila es la de los inmigrantes, con lo que comparto línea con muchos chinos, y algunos coreanos y vietnamitas. Ahora ya son tres los profesores en la tarima. Uno empieza a dar instrucciones por el micro, mientras el otro nos reparte unos papeles. El tercero escribe en la pizarra un sospechoso motivo horario "14:40". Caquita sería poco decir para lo que yo tenía en ese momento. Ya tengo cuatro fotocopias en mi mano, y a cada nuevo comentario del maestro sensei, el alumnado responde escribiendo al unísono con ahínco. Sin tan siquiera un mísero bolígrafo, observo la jugada con cara de idiota. Es hora de pedir ayuda. Según la taiwanesa de delante y la coreana de detrás nos exigen que escribamos nuestros datos. Atiende. Amablemente, Lee y Ai me rellenan todos los documentos. Son las 13:40, falta una hora para la hora señalada en el estrado. Somos dos centenares de humanos y un silencio sepulcral. No pasa nada, para algo pago la maldita tarifa plana para el iPhone, así podré entretenerme. Batería agotada. De genio. A las 14:39 vuelven los funcionarios. Nueva charla, nuevos papeles, nueva hora en la pizarra: 15:45. Esto es el infierno malayo. Lo increíble es que a nadie excepto a mí parece importarle estar en una clase recluido en total silencio y sin más que hacer que nada de nada. Desgraciadamente también se me ha olvidado comer. Otra vez. Son las tres y media y sólo tengo un triste café jugueteando en mi estómago. Esto es una lenta y cruel tortura psicológica. Si salgo airoso, los juglares escribirán cantares sobre mí.

Tras tres horas y media, salgo de la jefatura de tráfico de Saitama con mi permiso de conducir japonés y una total desazón provocada por unas palabras que atormentan mi cabeza sin cesar; "¿por qué no paras de equivocarte?, ¿por quéeeee?".

Mis nuevas amigas asiáticas, me acompañan amablemente a coger el autobús que me devolverá a casa. Mientras, me explican la gran brecha cultural y de carácter existente entre las japoneses y las gentes de sus respectivos países de origen. Tú sigue pensando que son todos iguales, que vas bien por ahí.

Vaya día has echado.

Vaya día.

lunes, 22 de noviembre de 2010

23 de Noviembre: DÍA DEL TRABAJO



Otra época. Otro mes. Otro día. Pero aquí, como en Sebastopol, también se honra al trabajo no trabajando. Me voy a comerme unas migas que se va a marcar el Lorquino. Parece ser que también los murcianicos celebran la festividad laboral nipona, aunque ellos la llamen San Clemente.

¡Buen día!

domingo, 21 de noviembre de 2010

EMERGENCIA CULTURAL

Facultad de Medicina de Albacete. Suena la alarma de incendios y se activa el protocolo de seguridad. Se puede contemplar a los trabajadores bajando resignados por la escalera, tranquilamente, sin prisas y charlando. A su rollo, maldiciendo otro simulacro absurdo. Los hay incluso que se resisten a abandonar su puesto y se esconden para escapar de los técnicos, que ataviados con un espectacular peto fluorescente, intentan coordinar la evacuación del edificio. Todos fuera en siete minutos. Si esto hubiera sido real habríamos tenido barbacoa. Mu rica.

Insituto RIKEN Brain Science, Tokio. Simulacro de accidente. Treinta personas entre equipos de seguridad y policía, cuatro camiones de bomberos, ambulancias, trajes anti-radiación y una ceremonia que se acerca a lo militar. Tras la actuación, el que ejerce de capitán, se dirije a sus hombres, que enfilados, escuchan con atención un discurso que intuyo hace las veces de felicitación por el trabajo bien hecho. Miedo me da acercarme a hacer fotos.





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Ya vendrá el lobo, ya.

¡Buena semana!