jueves, 19 de enero de 2012

DAIKAN 大寒

La semana pasada recibíamos los primeros copos blancos de la temporada en Tokio. Friaco que hizo esa mañana y enorme la nevada con la amaneció la ciudad, susurrándonos a voz en grito que nos quedáramos en casa al amparo de nuestra manta. No pudo ser, y con las mismas un servidor, que no es muy listo, montó valiente su moto y llegó al trabajo como un jodío chuzo de punta.

Lo que yo no podía imaginar es que esa repentina ola de frío no fue un capricho invernal cualquiera. Y es que el pueblo es soberano y sabe más que nadie. Ese día era la víspera de lo que en Japón denominan como Daikan 大寒, o como entenderíamos nosotros, en una traducción libre y casera , "la de Cristo bendito de frío".



El primer kanji 大 (dai) significa mucho o grande, y el segundo 寒 (kan) quiere decir frío (también se puede leer como samui). Y todo junto nos indica que el 21 de enero es el día que los japoneses consideran tradicionalmente el día más frío del año.

Esta jornada ha quedado además como preludio del Setsubun 節分(literalmente separación de estaciones), una celebración que se festejaba en cada cambio de estación, pero que actualmente se celebra sólo el 3 de febrero para festejar que se deja atrás al invierno y dar la bienvenida a la esperada primavera. El Setsubun tiene asociados algunos curiosos rituales que algún día os contaré. O no, ya veremos.

El asunto es que en mi instituto hacen una fiesta con este motivo; la Setsubun Party (hernia inguinal le dió al que le puso tal nombre), y que, sin saber bien por donde me ha venido la tollina, me han nombrado coordinador del evento y tengo que organizar comida, bebida y entretenimiento para ciento y la madre a caballo.



¡Feliz semana!

martes, 17 de enero de 2012

EL DESCONSUELO CONTROLADO

Necesito huevos para el rebozo de las croquetas. Ese fascinante pensamiento ocupaba gran parte de mi cabeza anoche, mientras salía del gimnasio para coger el ascensor que me llevara a la planta baja de unos de los edificios del Sunshine City. Lo cierto es que no me apetecía absolutamente nada tener que ir ahora al supermercado. Hacía mucho frío y quería manta y mi pijama, que es mío. Mientras me quejaba amargamente a mí mismo por algo que iba a terminar haciendo de todas maneras, ya había enfilado aquel largo pasillo que, sin tener que salir más que dos minutos a la calle, me dejaría directo en la puerta del Seiyu.

Salí fuera, y cuando apenas había alcanzado el paso de peatones junto a la entrada, una chica pasó llorando desconsoladamente a mi espalda. Era jovencita, iba vestida de blanco impoluto, muy shibuyera, con un gorro de piel de conejo alpino y unos tacones imposibles. Aunque había llegado a mi altura corriendo como loca, de repente se detuvo a sólo a unos metros de mí. Miraba en todas las direcciones mientras sus lágrimas no cesaban y le gritaba a otra chica que se apresuraba hacia donde ella estaba. Entre las dos se preguntaban una y otra vez "¿dónde está? ¿dónde está?", tras unos instantes alcancé a entender que habían perdido a un niño pequeño. Al comprobar que no se encontraba por la zona decidieron tomar el mismo rumbo que yo llevaba. Se acercaron entonces, parándose junto a mí. No me lo podía creer. Y aún no sé como me contuve para no decirles nada. El semáforo estaba rojo para los peatones, de acuerdo, pero son las diez de la noche y no se ve un coche a muchos metros de distancia. ¡Y hay un niño perdido! Yo mismo habría cruzado si ellas no hubieran estado allí. No entendía nada, pero decidí permanecer inmóvil esperando a que este mar de normas nos diera paso, más por ellas que por mí.

Verde. Las dos chicas salen disparadas, mientras el llanto de la primera, amargo, se apaga dos calles más allá junto al estruendo de sus botas.




lunes, 16 de enero de 2012

VISITANDO HANAKURA



Iba siendo hora de ponerles voz y sonrisas a los que han sido generosos patrocinadores de varios concursos de este blog. A la hora convenida me presenté a conocer a Ágata y Keigo, para que me mostraran cómo se cocía la cocina japonesa en la capital que la Espe dirige con mano de hierro.



Y qué majetes que son oiga. Una pareja española-japonés que se reparten magistralmente la sala y la cocina de un pequeño local anexo a la plaza Olavide de Madrid. No esperéis encontrar el típico restaurante al que nos tienen acostumbrados en España, este es un local tipo izakaya (bar típico japonés) donde podréis disfrutar de buenos platos de su gastronomía por un precio asequible. Pero pasemos mejor al salón, pasemos.



Un poco de sushi de atún, pollo con salsa teriyaki y el plato estrella del local: okonomiyaki, una especialidad que en Madrid sólo podréis degustar en este establecimiento. Todo muy conseguido y con una buena relación calidad-precio.

Ya nos lo contarán Joel, Nicanor, Guille o Nerea, que tienen una cena pendiente por allí. Y si vais con la camiseta No Paro de Equivocarme fijo que os sonríen el doble. O más.

¡Un abrazo!


domingo, 15 de enero de 2012

Y EL GANADOR ES...


Te has reconocido ¿no?, ¿nos dices quién eres?

Pues por acertar cuántos vivimos en este poblado te llevas este pedazo de retrato, que incluye el envío del mismo en alta resolución. Y de paso yo he pillado cacho también y me he llevado ese precioso nuevo logo de ahí arriba para el blog, de parte del señor Jarit, ¿os gusta el diseño?.

Al resto muchas gracias por participar. Si os han quedado unas ganas locas de tener el vuestro, tenéis que saber que Andrés nos hace una promoción especial por la que podéis conseguir vuestra caricatura personalizada por sólo 3 euros si le contáis que vais de parte de este blog.

Esta es la dirección para poneros en contacto con él: anderikari@gmail.com

¡Buen comienzo de semana!