jueves, 21 de abril de 2011

EL FÚTBOL ES ASÍ

Saca lo peor de cada casa. Pero a veces también es motivo de unión y reunión, asi que como casi todo, bien utilizado puede ser muy satisfactorio. Total, que quedaba yo el pasado miércoles a ver la final de la Copa del Rey. Puede parecer fácil, pero aquí el partido comenzaba a las 4:30 de la de madrugada del jueves. Shibuya fue el lugar elegido. Unas cervecitas para animar el cotarro y seis elementos en día de diario a disfrutar del espectáculo en plena y solitaria noche tokiota.

Como reinaba mayoría culé, decidí hacerme una foto y colgarla en facebook para, si era posible, desquiciar un poco al tío Joel.


En pocos minutos, entraba a mi muleta como el Miura de buena raza que es. Pero lo que comenzó con un diminuto grano, no tardó en parecerse a una montaña. Y el pequeño hueco creado en la red se convirtió en un foro futbolero que albergaba a tarados de varios puntos del planeta. Me explico con imágenes mejor.


En directo y desde cuatro franjas horarias distintas, Joel (hijo de kalel), Priscila, la Princesa Melón, un librero judío, Guacimara y un servidor "discutimos" durante todo el tiempo que duró el encuentro. Innumerables puyas y todo tipo de improperios volaban vía internet de una parte a otra del mundo. Como si fuera gratis.


Todos separados muchos kilómetros de distancia, pero disfrutando del partido alrededor de una misma e improvisada mesa. Puede ser que no fuera nada más que una casualidad. O puede ser que necesitáramos pasar un rato juntos después de tanto tiempo. Cualquier cosa es posible. Lo que me pareció evidente es que se intuían sonrisas desde todos esos reinos. Y que poco importaba quien ganara la copa.

martes, 19 de abril de 2011

EMPUJONES

Quería, pero así no. No por esto. Lo que me llevaba a quedarme pensativo cada vez que mi mente no tenía otra obligación pendiente de cobro. Tener la sensación de desear algo, de ir en el camino correcto para conseguirlo, pero de no querer alcanzarlo de ningún modo. Intrincado e incómodo el razonamiento humano que me hacía sentir derrotado.

De una de mis tribulaciones me despierta un extraño, ofreciéndome un trozo de papel con un inglés forzado. "Algo me quiere vender", pienso. Pero no. Me regala un vale de 2000 yenes (unos 17 euros) para gastar en comida en el aeropuerto de Osaka. "Yo no quiero comer nada, disfrútalo tú", concluye mientras se aleja; dejándome avergonzado por mi primera impresión. Luego supe que podía gastarse en cualquier establecimiento del recinto.


Otro paso dado. Con las maletas ya en el hotel decido cambiar de rumbo. Relájate y a pasarlo bien. Estás en Corea y tienes una noche para disfrutar de una ciudad nueva. Convencido por mí mismo me pego un baño de los que huelen a homenaje y me atuso para salir a las calles.


Una abuela que regenta un bareto semejante debe saber lo que se cuece en cocina. No me equivoco, con cuatro palabras en japonés me sirve un par de platos, que me explica largo y tendido en un coreano fluido. Asiento sonriente como si me enterara de algo, total eso no es lo importante, ella también se ríe cuando le hablo en inglés. Y a mi me gusta así.


Pago mi cena mientras converso con desconocidos. Se empeñan en invitarme a una cerveza, y después de un par de ratos insisten a la dueña para que me devuelva mi dinero. El reloj me advierte de que llevo cinco horas con estas buenas gentes y de que mi avión ya está encendiendo motores. Me despido con muchas tarjetas de visita en mis manos y con mucho agradecimiento en las suyas.

Queda un poco menos, aunque con una alfombra acolchada con detalles así, el camino se hace un poco más fácil.

domingo, 17 de abril de 2011

NARITA TAIKO MATSURI


Cuando uno va a Narita, siempre es acompañado con una maleta y con la intención de embarcarse en un avión. Pero resulta que en ese pequeño pueblo aeroportuario hay mucho más de lo que parece. En estas fechas primaverales se juntan cada año para celebrar un festival de Taikos. Tambores tradicionales japoneses, en ocasiones enormes, con los que se consigue una música espectacular llena de ritmo y coordinación.





Día soleado en Tokio para disfrutar de una jornada musical y llena de colorido. También pudimos encontrar elementos comunes a todo festival japonés: gente por todas partes y muchos puestos de comida y bebida para mantener el ambiente en todo lo alto. Y entre paseos, Guille fue feliz ante tamaño descubrimiento.


Un lugar perfecto para los amantes de la percusión, entre los que me incluyo. Me gusto muchísmo y me llevé una grata impresión del pueblo de Narita, gran desconocido para mí hasta ahora. Os dejo un vídeo para que os hagáis una idea de la dedicación que ponen los japoneses en todo lo que hacen.

Narita Taiko Matsuri from Fernando Picazo on Vimeo.


¡Buen comienzo de semana!