
Hoy recuerdo que estoy lejos de casa. En ocasiones es algo que pasa inadvertido para mi cabeza, aunque queda latente en algún rincón esperando pacientemente su turno para actuar. Muchas personas importantes quedaron allí, y otras muchas hacen que sienta este lugar como mi segundo hogar. Entre unos y otros están los que vienen y van, vendrán por aquí dejándome un trocito de mi tierra, y se irán, espero, con una sonrisa. O dos.





Pasa casi siemre.
Primos de uno y otro pueblo conviven y se entienden en un patio que no han elegido, y es un placer verlos jugar y reir juntos, aunque tengo que reñirles de cuando en cuando, porque son peor que los chiquillos.
Anoche dijimos adiós a Carmen con una cena en un restaurante de
Okonomiyaki お好み焼き, y casi sin respiro el sábado daremos la bienvenida a Carlos e Irene.
En cualquier caso este brindis prometido y este post van por Joel (hijo de Kalel), que pronto empieza una vida en otro pueblo lejos del suyo, donde estoy convencido de que no le faltarán primos, primas, yernos y nietas.

¡Va por tí colega!