No. Eso es lo que tenéis que responder si vuestro jefe japonés algún día os hace esta pregunta con voz inocente. Tal vez insista de nuevo con una amplia sonrisa. Declinar de nuevo amablemente su invitación alegando cualquier excusa: compromisos varios, recaída de una hernia...Lo que haga falta.
Pues yo en mi ignorancia dije ¡sí, claro!. Inmediatamente después me quedé pensando, ¿"tonight"?, ¿qué significaba exactamente "tonight"?. Daba igual. Yo estaba algo cansado ya, pero había que reunirse con otra chica para discutir un proyecto. No me importaba quedarme. Corrían las 7 de la tarde. Seguí tranquilamente leyendo y preparando la reunión. Cuatro horas después los cabezazos contra el ordenador se sucedían y decidí preguntar por la hora exacta del encuentro. Mi jefe me comunica que están un poco ocupados aún, que a ver si para las tres tenemos un hueco. Mi cara debió ser un poema. Seguido me dice "¡no tienes muy buena cara!, lo dejamos mejor para mañana que pareces cansado". Y añade "debe ser el jet lag". A mi me dió por reirme claro.
En el departamento me han cedido un sitio algo pequeño (unos 4-5 metros) pero cómodo, con un escritorio para el ordenador.
Mis compañeros son muy majetes (los que véis en la foto). Siempre me avisan para comer, cenar o tomar un café. Además cada vez nos entendemos mejor. Hoy me han dado una alegría porque me han dicho ¡¡qué nos vamos de cañas!! Los jueves se juntan después del trabajo en un pub que hay por aquí cerca a tomar una cerveza. Un chico que se llama Shimozono ha venido a decírmelo. Para mí a parir de ahora Chimo (el tío se parte). Es la monda el amigo, y además se parece de verdad a Ximo. Mirad la foto y veréis. Así que hemos quedado a las cinco y media (después de cenar!!!) para salir un ratejo.
Hoy he aprendido dos cosas. La primera que no hay que fiarse de las primeras impresiones, retiro lo que dije de que los japoneses trabajan poco. La segunda es que ya sé por qué mis simpáticos compañeros de laboratorio (también los jefes) tienen un saco de dormir debajo de la mesa.
Donde dije digo, digo Diego.
Un abrazo!
miércoles, 24 de septiembre de 2008
martes, 23 de septiembre de 2008
Un día de trabajo....un día de vacaciones!
Pues sí. Para los que pensaban que en Japón se trabaja mucho, que no piensan en otra cosa que vivir para su empresa, tengo que decirles que estaban equivocados. El lunes fue mi primer día y mis compañeros me comunicaron que el martes era festivo. Yo no quería, pero los que ya me conocéis sabéis que santifico todas las fiestas. Sería una falta de respeto no hacerlo. No me supieron explicar muy bien cuál era el motivo de la celebración. No era lo importante. No había que currar el martes. Qué viva la Virgen de Osaka.
Al día siguiente quedé a comer con mi amiga Midori. Fuimos a una zona del centro (Shibuya), donde ví realmente cosas increíbles. Me siento raro en cualquier sitio, pero en cuanto vas por el centro la cosa cambia a extravagante. Calles atestadas de gente y cientos de jóvenes disfrazados a la moda japonesa. Se suceden los edificios supermodernos con templos antiguos. Y a veces hace un poco de daño a la vista.
Parada técnica para comer una sopa típica de pasta y carne (ramen, muy buena!) y de ahí fuimos a Harayuku. Tiendas y más tiendas con ropa, muñequitos y complementos (Nicanorrr tengo tus postales). La gente se pone la ropa que véis en la foto. Lo juro. Mi hermana Chopi aquí sería feliz. Y pobre.
Hizo un día genial, así que decidimos visitar el parque de Yoyogui (podéis ver algunas fotos, menudo careto). Algo parecido a El Retiro pero salvando las distancias, claro. Un ratejo disfrutando del sol y a Omotesando. Allí me compré mi móvil japonés. Será el que utilice a partir de ahora. Os dejo el número por si alguien me quiere llamar (de momento cero llamadas cero mensajes). No sé si hay q marcar el prefijo. Yo desde aquí no tengo que hacerlo.
(0081) 0909 977 65 69 ¿Se parece o no a mi número español?
A la vuelta a mi mansión me perdí en el metro. 45 minutitos dando tumbos. Un clásico. Hoy otra vez trabajando, pero no pasa nada, porque estoy esperando que alguien venga a decirme que mañana jueves es fiesta. Estoy seguro.
He cambiado la configuración de los comentarios para que no haya que estar registrado para escribir. Contadme algo!!
Al día siguiente quedé a comer con mi amiga Midori. Fuimos a una zona del centro (Shibuya), donde ví realmente cosas increíbles. Me siento raro en cualquier sitio, pero en cuanto vas por el centro la cosa cambia a extravagante. Calles atestadas de gente y cientos de jóvenes disfrazados a la moda japonesa. Se suceden los edificios supermodernos con templos antiguos. Y a veces hace un poco de daño a la vista.
Parada técnica para comer una sopa típica de pasta y carne (ramen, muy buena!) y de ahí fuimos a Harayuku. Tiendas y más tiendas con ropa, muñequitos y complementos (Nicanorrr tengo tus postales). La gente se pone la ropa que véis en la foto. Lo juro. Mi hermana Chopi aquí sería feliz. Y pobre.
Hizo un día genial, así que decidimos visitar el parque de Yoyogui (podéis ver algunas fotos, menudo careto). Algo parecido a El Retiro pero salvando las distancias, claro. Un ratejo disfrutando del sol y a Omotesando. Allí me compré mi móvil japonés. Será el que utilice a partir de ahora. Os dejo el número por si alguien me quiere llamar (de momento cero llamadas cero mensajes). No sé si hay q marcar el prefijo. Yo desde aquí no tengo que hacerlo.
(0081) 0909 977 65 69 ¿Se parece o no a mi número español?
A la vuelta a mi mansión me perdí en el metro. 45 minutitos dando tumbos. Un clásico. Hoy otra vez trabajando, pero no pasa nada, porque estoy esperando que alguien venga a decirme que mañana jueves es fiesta. Estoy seguro.
He cambiado la configuración de los comentarios para que no haya que estar registrado para escribir. Contadme algo!!
domingo, 21 de septiembre de 2008
Primeras sensaciones
Aquí estoy. Tras meses de espera, por fin comienza mi estancia en Japón.
Después del buen sabor de boca de la cena de despedida (muchas gracias!), el pasado sábado mi hermano y mi madre me llevaron a Barajas. Todo iba bien, pero el primer sartenazo no se hacía esperar: sobrepeso de casi 7 kilos en la maleta. Al ser un vuelo operado por dos compañías distintas no tienen claras las tarifas. Solución: no tengo que pagar nada porque no saben qué cobrarme. España es así.
Después de despedirme de mi familia (con un nudo en la garganta), escala en Londres y rumbo a Tokyo. Pensaba que sería un infierno, pero sólo estuve dos horas al principio comiendo, viendo una peli y tal, y después me sobé 8 horas casi hasta llegar. Por cierto mi equipaje no se perdió (aunque algunos sé que estabáis rezando para que pasara). Al salir tuve que pasar por la aduana donde un lindo perrito olisqueaba mi maleta (yo, caquita). Llevaba queso y jamón que está prohibido pasar, pero al chucho sólo le debía gustar la marihuana y me dejó tranquilo enseguida. Ya estaba en Japón.
Al salir reconocí a la primera a las dos amigas japonesas que venían a recogerme. Son Midori (primera foto) y Erina. Unas chicas majísimas que me trataron genial. Me llevaron a dar una vuelta por Asakusa y visitamos un mercado y un templo. Todo bien, salvo que la gente me mira en el metro (sobre todo los niños) y que una señora en una cafetería me observaba descaradamente y se descojonaba. No sé como tomármelo. Mejor no pensar.
Por la tarde fuimos a Chiba (otro barrio) a cenar al restaurante donde trabaja Erina. El único problema es que llovía mucho, porque parece que he llegado en la época de tifones. Además me han avisado de que sentiré terremotos de vez en cuando (los sartenazos se suceden a diestro y siniestro).
A esas horas andaba yo cansado, así que me acompañaron al hotel y a dormir. Por la mañana he cogido un taxi y al RIKEN, donde me he instalado en mi mini-apartamento de 27 metros. Luego le haré unas fotos y así os lo enseño.
En el laboratorio son 37 personas todos todos japoneses. Muy atentos conmigo y preguntándome todo el rato cosas en un inglés peor que el de Matalascañas. Me he ido a comer y cenar con ellos hoy y, aunque nuestra comunicación aún no está madura, nos hemos reído un rato.
Nada más que contar de momento, salvo que me he reunido con mi jefe de aquí y después de conversar un rato me ha explicado un truquillo que había descubierto: aunque la biblioteca del edificio cierra a las doce de la noche, si te escondes dentro antes de que cierren, puedes quedarte allí toda la noche a estudiar sin problema. Pásmate.
¿Qué me contáis? Lo mismo he pensado yo.
Después del buen sabor de boca de la cena de despedida (muchas gracias!), el pasado sábado mi hermano y mi madre me llevaron a Barajas. Todo iba bien, pero el primer sartenazo no se hacía esperar: sobrepeso de casi 7 kilos en la maleta. Al ser un vuelo operado por dos compañías distintas no tienen claras las tarifas. Solución: no tengo que pagar nada porque no saben qué cobrarme. España es así.
Después de despedirme de mi familia (con un nudo en la garganta), escala en Londres y rumbo a Tokyo. Pensaba que sería un infierno, pero sólo estuve dos horas al principio comiendo, viendo una peli y tal, y después me sobé 8 horas casi hasta llegar. Por cierto mi equipaje no se perdió (aunque algunos sé que estabáis rezando para que pasara). Al salir tuve que pasar por la aduana donde un lindo perrito olisqueaba mi maleta (yo, caquita). Llevaba queso y jamón que está prohibido pasar, pero al chucho sólo le debía gustar la marihuana y me dejó tranquilo enseguida. Ya estaba en Japón.
Al salir reconocí a la primera a las dos amigas japonesas que venían a recogerme. Son Midori (primera foto) y Erina. Unas chicas majísimas que me trataron genial. Me llevaron a dar una vuelta por Asakusa y visitamos un mercado y un templo. Todo bien, salvo que la gente me mira en el metro (sobre todo los niños) y que una señora en una cafetería me observaba descaradamente y se descojonaba. No sé como tomármelo. Mejor no pensar.
Por la tarde fuimos a Chiba (otro barrio) a cenar al restaurante donde trabaja Erina. El único problema es que llovía mucho, porque parece que he llegado en la época de tifones. Además me han avisado de que sentiré terremotos de vez en cuando (los sartenazos se suceden a diestro y siniestro).
A esas horas andaba yo cansado, así que me acompañaron al hotel y a dormir. Por la mañana he cogido un taxi y al RIKEN, donde me he instalado en mi mini-apartamento de 27 metros. Luego le haré unas fotos y así os lo enseño.
En el laboratorio son 37 personas todos todos japoneses. Muy atentos conmigo y preguntándome todo el rato cosas en un inglés peor que el de Matalascañas. Me he ido a comer y cenar con ellos hoy y, aunque nuestra comunicación aún no está madura, nos hemos reído un rato.
Nada más que contar de momento, salvo que me he reunido con mi jefe de aquí y después de conversar un rato me ha explicado un truquillo que había descubierto: aunque la biblioteca del edificio cierra a las doce de la noche, si te escondes dentro antes de que cierren, puedes quedarte allí toda la noche a estudiar sin problema. Pásmate.
¿Qué me contáis? Lo mismo he pensado yo.
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